
04 de junio de 2025
Hoy, 4 de junio, conmemoramos el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, una fecha que nos llama a reflexionar profundamente sobre el sufrimiento que miles de niños y niñas enfrentan en contextos de violencia, conflicto armado, abuso, explotación y todo tipo de agresiones físicas y emocionales.

Nuestros pensamientos y corazones se dirigen hacia todos los niños y niñas del mundo y los de Palestina, quienes han sido víctimas de una violencia indescriptible que arrebata infancias, familias y sueños.
Cada vida infantil perdida, cada mirada marcada por el miedo, cada hogar destruido por la guerra, es una herida abierta en la conciencia del mundo. La niñez palestina ha sido testigo de un sufrimiento que ningún ser humano, y menos un niño, debería conocer. Las bombas no distinguen edades. La ocupación, el desplazamiento forzado, la pobreza y la constante amenaza de violencia son realidades que han marcado generaciones enteras.
- Cientos de miles de niños están desplazados, muchos sin acceso a agua potable, electricidad, alimentos o refugio seguro.
- Casi todos los niños en Gaza necesitan apoyo psicológico urgente y viven con el trauma constante de bombardeos, muertes familiares y desplazamientos.
- La mayoría de las escuelas han sido destruidas o cerradas y se estima que más de 625.000 niños han perdido el acceso regular a la educación.
- Algunas escuelas se usan como refugios, pero carecen de condiciones adecuadas para enseñar.
Hoy, elevamos nuestras voces para exigir protección, justicia y paz. Exigimos que se respeten los derechos fundamentales de todos los niños, sin excepción, y que cese de inmediato toda forma de agresión y violencia contra la infancia palestina.
Que la memoria de los niños palestinos víctimas de la violencia nos inspire a no guardar silencio, a actuar, y a no dejar de creer que un mundo más justo y humano es posible.
Este día nos recuerda que la niñez —etapa que debería estar marcada por la inocencia, el juego y el aprendizaje— es muchas veces interrumpida por la crudeza de realidades que ningún niño debería experimentar. Las cifras conmueven, pero son los rostros, las historias y los silencios los que nos interpelan.
