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Un huracán palestino

Imagen: Jessica García.

Se llama Hayed pero le dicen Zawba’a (huracán en español). Hasta que no lo escuché hablar sobre la ocupación israelí no entendí el por qué de su apodo. Pues parece un hombre tranquilo y, como todo palestino, siempre da la bienvenida a quien visita su casa. Sin embargo, una vez hechas las presentaciones, Zawba’a comienza a contarnos su historia bajo la ocupación. Zawba’a es un huracán, un huracán discursivo. Zawba’a está enojado, está indignado. Se pregunta y nos pregunta qué ha hecho el mundo para parar los crímenes que Israel continúa cometiendo en Palestina después de 50 años de ocupación. No tiene ni tenemos respuesta…

Zawba’a -al igual que su padre- ha vivido toda su vida en la cumbre de la misma colina en Humsa, una comunidad en el centro del Valle del Jordán. Desde esa colina se tiene una vista panorámica de toda la zona y, especialmente, del checkpoint Hamra, uno de los 572 obstáculos al desplazamiento impuestos por Israel en Cisjordania. Si no fuese por la ocupación sería un bonito lugar para vivir… Solamente uno de sus ocho hijos vive todavía en Humsa. Los demás han debido marcharse, pues no hay -literalmente- lugar para construir nada más. No hay un sitio donde ya no se haya llevado a cabo una demolición. Eso significa que, si se vuelve a construir algo, cualquier cosa, la Administración Civil Israelí -que de hecho está bajo control militar- puede volver y demoler sin aviso previo lo que sea que se haya construido.

El último intento de “burlar” las “reglas” de la ocupación fue instalar un conteiner -donado por la Unión Europea en 2015‑ entre los corrales, las plantas de olivo y el resto de la casa, a fin de evitar que alguien de la Administración Civil Israelí lo viera. Este conteiner pasó a formar parte de la casa, pues era utilizado como dormitorio, especialmente para las niñas de la familia. En junio de este año les llegó una de orden de detener la construcción: los habían descubierto. Fueron a la corte -una de las tantas cortes establecidas en la zona C de Cisjordania bajo control civil y militar israelí- e intentaron demostrar que la tierra en la que han vivido toda su vida les pertenece. No sirvió de nada. Decidieron desarmar el conteiner por sus propios medios. ¿Por qué? ¿Por qué no esperar y resistir? Porque si esperaban las topadoras -de la Administración Civil Israelí‑ hubieran “tenido” que arrasar con los corrales y las plantas de olivo, pues al estar la casa en una colina ese hubiera sido el único camino para destruir parte de ella. Sí, eligieron destruir parte de su propia casa, de su hogar, para evitar la destrucción total de la tierra que habitan. No obstante, el de Zawba’a es tan solo otro caso más en lo que a órdenes de detener la construcción se refiere, pues desde marzo a agosto de 2017 más de 150 estructuras pertenecientes a personas palestinas fueron afectadas por demoliciones, confiscaciones, bloqueos o desalojos en Cisjordania, incluido Jerusalén Este.

Sin embargo, aún no han perdido todo. Pues a diferencia de los huracanes reales, Zawba’a no destruye nada a su paso, todo lo contrario. Zawba’a y su familia seguirán construyendo o, mejor dicho, reconstruyendo. Porque es su tierra, porque estaban ahí antes de la ocupación y seguirán estando allí, porque existir es resistir.

*Jessica fue acompañante ecuménica (voluntaria) en el Programa de Acompañamiento Ecuménico en Palestina e Israel (PEAPI o EAPPI por sus siglas en inglés) del Consejo Mundial de Iglesias (WCC). Las opiniones aquí vertidas son responsabilidad absoluta de la autora y no necesariamente representan al EAPPI, PEAPI Argentina o al WCC. Si se desea publicar la información de este artículo o su distribución por favor contactar antes a peapi.argentina@gmail.com o al EAPPI Communications Officer (communications@eappi.org) para solicitar su autorización. Para más información ver:http://americalatina.peapi.org/,https://eappi.org/en

FUENTE: https://www.pagina12.com.ar