Israel sionista, fundada por los ingleses para enclavar un bastión anti-islámico.
Hoy Israel representante del otro imperio que le pide “cautela” llenando del armamento más sofisticado del stock de ventas del supermercado más rentable de la tierra. Victimiza sin piedad al pueblo palestino que no negocia su potestad porque ya se le acabó la instancia del Estado negociador. Y sin alternativa busca el grito que resuene en el viento hasta alcanzar la solidaridad que produce milagros.
Está en nosotros -y en ninguna institución de pactos- la posibilidad de que Israel busque en su pueblo -si todavía se acuerda- o desaparezca como gendarme de “la causa” divina. Disfraz de intereses petroleros, y falsas premisas civilizatorias para vigilar y castigar al pueblo que, con historia o sin ella, quiere vivir en su tierra.
Que no sea atributo de ningún Estado ni que intervengan, porque no hay contienda entre dos fuerzas. No es una guerra, es un atropello inaudito. Palestina es lo que está en el medio, en el imaginario de un Estado-militarizado a tal punto que sus habitantes son empleados de su Estado Mayor. Y su democracia son presupuestos de guerra con capital del sionismo americano.
No pueden con Siria ni con los Kurdos ni con Irak, Irán ni Afganistán. No pueden. No pueden civilizar para reinar. Y se les viene la noche, una noche blanca, una noche que los matará el insomnio y sus ojos, los de la puntería, gatillarán sobre sus propios cuerpos.
Si la barbaridad de Israel es consecuencia de la Segunda Guerra, su convalecencia no debería ser el sionismo ni las mágicas creencias religiosas, ni las alianzas para sus ataques. Aunque todas estas juntan fuerzas, no iluminan razones y nunca un ideal fue sostenido por el capital.
Los semitas están en la misma casa y como la Torre de Babel parece que no cabemos. Si no tuviéramos el techo miraríamos el cielo.
Qué difícil es pensar el mundo sin propiedad sin fronteras, pero mucho más difícil es vivir con ellas.
Están matando la inocencia y entonces… las mujeres serán volcanes y los hombres inmortales y nosotros justos o empleados de la muerte.
*Actor y dramaturgo argentino. Artículo publicado originalmente en Resumen Latinoamericano