- Cuéntanos acerca de ti y lo que te llevó a estudiar cine:
Soy de Shweikeh, cerca de Tulkarem y mi mamá es de otra aldea palestina que actualmente está al otro lado del muro, y consideré que el estudiar cine sería una oportunidad para exponer nuestra realidad.
El optar por una carrera en cine no fue algo del agrado de mi familia ya que se preguntaban sobre mi futuro y sobre cómo haría una carrera en cine en un país en que no hay salas de cine. Así que estudié enfermería y, tras graduarme, apliqué a una escuela de cine en Jordania, obtuve una beca y realicé mis estudios.
Durante mi adolescencia se dio la Segunda Intifada y, de repente, había un muro que afectó a todos en Palestina y es justamente eso lo que me llevó a hacer la película “200 metros”, porque fui afectado directamente por esta separación forzosa.
- Durante tus estudios y consciente de cómo funciona el mundo del cine, ¿nunca consideraste que el abordar Palestina en tu trabajo podría poner en riesgo o vulnerar tu carrera como director de cine en un futuro?
Nunca lo pensé desde esa perspectiva. Lo que me motivó a estudiar cine y convertirme en un cuenta cuentos fue precisamente el transmitir las historias de Palestina y de esta región.
Siento y creo que nuestras historias no llegan lo suficientemente lejos y que, cuando son contadas, son transmitidas desde una narrativa israelí y/o europea. Ellos [Occidente] pretenden exponer nuestras historias y no estoy de acuerdo con ello. Yo seré quien hable mientras ellos escuchan.
Esa fue la fuerza que me impulsó a perseguir mi objetivo a pesar de los obstáculos y los fracasos. Porque esto es precisamente a lo que me quiero dedicar.
- Tu película 200 metros nace a partir de tus vivencias tras la construcción del muro ¿podríamos abordar un poco más a fondo la temática y las vidas detrás de los personajes de tu película?
“200 metros” surge de mi proyecto final para la clase de escritura y reúne historias de varias personas. Recuerdo que me pidieron presentar 3 ideas y “200 metros” ganó la votación como objetivo que incluso podría ver la luz una vez terminados mis estudios. Y creo que la idea detrás del proyecto inicial superó las aulas de clase hasta convertirse precisamente en mi primera película como director de cine porque su contenido está basado en historias reales. Es además un proyecto que trabajé desde el corazón y que tiene un importante significado a nivel personal ya que muestra una realidad muy dura, una realidad que necesitaba exponer y que continúa.
El muro sigue allí y las familias aún están separadas, al otro lado de la barrera.
Es muy fuerte ser físicamente separado y desconectado de tu familia cuando eres niño y es algo que me perturba hasta el día de hoy. Y en mi vida son varios los momentos dolorosos que tuve que enfrentar justamente debido a la presencia del muro.
Recuerdo una ocasión en la que me enteré que mi abuelo había fallecido mientras nos interrogaban en un puesto de control militar israelí. Mi familia me había dicho que íbamos a visitar a mi abuelo, pero cuando el soldado se negaba a dejarnos pasar, mi hermano se vio en la necesidad de mostrar el certificado de defunción, lo que logró mover por un poco de “humanidad” en aquel soldado quien nos permitió pasar para poder despedirnos de mi abuelo.
Recuerdo cuando mi abuela estaba falleciendo y nos otorgaron un permiso de 8 horas para poder despedirnos de ella…es algo surreal. Es decir, somos la población autóctona y no pude estar con ella en sus últimos momentos. Y éstas son apenas mis historias, las de una persona. Imagínate esto extrapolado a todos quienes vivimos bajo ocupación.
Son esas historias las que me empujaron a pesar de los obstáculos. Esto es lo que me inspiró y me inspira a seguir.
- ¿Cuáles fueron los principales obstáculos para sacar a la luz “200 metros”?
Uno de los retos más grandes fue el financiamiento de la película. Junto a mi productor nos llevó del 2014 al 2019 el conseguir los fondos ya sea del sector privado, fondos de arte y cinematográficos y demás para poder rodar la película. A nivel local fue muy difícil conseguir fondos y en general es así en el ámbito cinematográfico palestino lo que realmente es una pena. Es decir, tenemos una causa que debemos comunicar al mundo, tenemos historias que contar, pero no hay un colectivo u organización que trabaje para el financiamiento de nuestro cine. Creo que el reto también se debió a que era mi primera vez dirigiendo una película, lo que para muchos ponía en duda mis capacidades.
En cuanto a la filmación en sí misma estuvo también llena de retos, estrés y mucha adrenalina porque lo hicimos en locaciones reales – junto al Muro, puestos de control, torres de vigilancia y demás -. Al ser zonas bajo control militar israelí tuvimos que rodar la película de forma muy ingeniosa y rápida. Fueron escenas arduamente planeadas y que contaron con un equipo muy acotado a fin de no llamar la atención. Y este tipo de retos además de alargar el rodaje, incrementa los costos de producción.
- A pesar de todos los inconvenientes y obstáculos a los que los productores, actores y directores se enfrentan, ha habido un incremento en cuanto a la oferta de cine palestino ¿Estarías de acuerdo con esto?
Sí, absolutamente. Hay una nueva generación que está tomando protagonismo en la narrativa respecto de lo que pasa en Palestina y eso se ve traducido también en el cine con directores como Arab y Tarazan Nasser y Muayad Alayan, etc.
Creo que también se trata de nuevos directores que quieren contar historias sobre Palestina desde una perspectiva diferente. Uno de los comentarios que más aprecié lo obtuve de una periodista palestina de la Agencia France24, quien me dijo que finalmente veía un film sobre Cisjordania y cuyos personajes son palestinos cisjordanos. Y eso es justamente lo que trato: mantener genuino aquello que quiero mostrar. Eso va de la mano de la ubicación, el dialecto, las personas que forman parte del elenco y en general de todo el proyecto.
- ¿Qué opinas del BDS y su aplicación en el ámbito cultural?
Es una gran pregunta. Me encantaría que mi película sea vista por audiencia israelí porque creo que las historias detrás de personas reales pueden cambiar lo que otros piensan o creen saber – el mostrar lo que realmente sucede-. Y prueba de ello fue la gran acogida en redes sociales que hubo en respuesta a la cobertura de los ataques contra Gaza del pasado mes de mayo, ¿por qué? Porque eran personas reales contando historias reales.
En cuanto al BDS, aprecio todo lo que han hecho desde que se inició este movimiento y si me piden que, como palestino, boicotee culturalmente a Israel, no me voy a negar. A pesar de ello, me gustaría que mi película sea vista por israelíes.
- Ameen, como un director de cine joven que ha enfrentado obstáculos tanto desde lo personal como desde el hecho mismo de hacer una película ¿cuál es el mensaje que te hubiera gustado escuchar cuando iniciaste tu carrera?
Mi mensaje es que si realmente tienes una pasión, por lo que sea no solo cine, debes preservar la llama de esa pasión. Lo más probable es que al inicio no obtengas ningún resultado, pero lo importante es perseverar. Yo, por ejemplo, tuve que tomar distintos caminos hasta llegar a mi objetivo de estudiar cine. Y sigue siendo un camino duro.
Somos una comunidad que está creciendo poco a poco, y espero que en un futuro cercano tengamos una verdadera industria cinematográfica.
Este es un camino muy duro. Es muy difícil hacer de esta carrera un sustento. Para ello, uno debe ser recursivo y buscar proyectos adicionales como free lance que le permitan a uno tener una fuente de ingresos relativamente estable.
No es una decisión fácil, pero cuando ves los frutos de tu trabajo y notas que el mensaje que querías emitir está llegando a tantos y diferentes lugares, y que realmente está teniendo un impacto y creando conciencia acerca de lo que pasa en Palestina, sabes que todo valió la pena.