Memoria un Mundo Ajeno
Publicado en Ramona.
¿Dónde se construye la memoria de un pueblo al que se le ha arrebatado su patria? ¿Cómo se configura la identidad de una nación sin soberanía sobre su territorio? ¿Cómo se imagina una comunidad cuyos integrantes están desperdigados por todo el mundo?
Escenarios diferentes sin duda ameritan la construcción de nuevas categorías, formas distintas de pensar la cultura, el arte y el patrimonio de un pueblo. En el caso de Palestina, los tres son uno y los tres son políticos.
La usurpación y destrucción que se ha querido hacer del patrimonio cultural palestino da cuenta de la esquizofrenia del plan colonial occidental que partió Oriente al medio con la creación del Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que sigue es historia conocida; aquí y allí miles de palestinos expulsados de su tierra, errando como parias, esperando que el mundo los reconozca, que sus vecinos los defiendan, que vaya, que tamaña injusticia no podía (y no puede) taparse con la mano.
Tras la guerra de 1967 y la ocupación de todo el territorio, los palestinos se dieron cuenta de que el mundo les había dado la espalda, que sólo contaban con sus precarias armas, sus pinceles y sus plumas: con eso habrían de gestar una revolución propiamente palestina.
and printed in 1936 – David Tartakover reprinted it in 1995
with no modifications – According to David, the only difference
between the 1936 edition and 1995 edition is a small size/dimension
change.
Tradición militante
Con el ingreso de la prensa en Palestina a fines del siglo XIX, los anuncios impresos en papel emergieron junto con los periódicos y los libros.
Ya a comienzos del siglo XX había en el país una comunidad de artistas, que luego de la creación del Estado de Israel en 1948 y la expulsión de los palestinos se vio diseminada.
Tras el impacto de la pérdida de la tierra estos artistas comenzaron lentamente a reconstruir sus vidas y sus carreras en Bagdad, Beirut, Damasco, El Cairo, Amman, así como en Cisjordania, Gaza y dentro de Israel.
En lo que respecta a los posters, su desarrollo más significativo tuvo lugar en la década del 60 con el surgimiento de los movimientos de liberación. Destacados artistas como Ismail Shammout y Tamam al-Akhal en Beirut, Suleiman Mansour en Cisjordania, Naji al-Ali en Beirut y Kuwait, y tantos otros artistas palestinos desarrollaron un vocabulario visual para expresar el nacionalismo, la lucha y los símbolos identitarios palestinos. La puesta en imágenes de elementos del imaginario popular palestino tradicional como las artesanías, el folclore, la música y la poesía eran combinados con símbolos de la resistencia. Así, los artistas no sólo acompañaron, sino que fueron parte fundante de los movimientos de liberación palestinos.
Los posters empezaron rápidamente a aparecer en las calles, oficinas y campamentos de refugiados, como un elemento de cercanía entre los palestinos forzados a vivir separados.
El sentimiento de justicia, del derecho al retorno a la patria y la lucha por estos dos principios los hermanaba más que nunca. Ya sabían que, como decía Ana Longoni tan sólo ayer, “en tiempos de oscuridad, sólo nos puede salvar el trabajo colectivo”.
Los posters como fuente historiográfica
En los años 70 Dan Walsh participaba de las fuerzas de paz en Marruecos y se sintió atraído por los afiches que celebraban la identidad y la lucha palestina que encontraba por la calle. En 1980, ya contaba con unos 300 y en 1983 fundó Liberation Graphics, organización mediante la cual brindó apoyo a organismos sin fines de lucro y activistas para la creación y distribución de posters y otras fuentes gráficas. Al mismo tiempo, dirigió artísticamente posters en solidaridad con Palestina y ya brindaba conferencias y exposiciones sobre su incipiente archivo.
Al tiempo que su trabajo empezaba a ser reconocido, comenzó a recibir posters de diferentes lugares del mundo que nutrieron aún más su colección. Al presente, la misma cuenta con más de 9.100 posters de unos 1.800 artistas diferentes de más de 50 países catalogados bajo una serie de categorías (árabe, musulmán, Medio Oriente, israelí, Tierra Santa, etc.) que se aglutinan bajo un nuevo género ideado: el poster de Palestina.
Actualmente, los originales se encuentran en una locación de propiedad privada, lo que impide el acceso público a los mismos. Por ello, a comienzos del año 2016 el Ministerio de Cultura de Palestina realizó la postulación de la colección “The Liberation Graphics Collection of Palestine Posters” (unos 1.600 posters del archivo) al registro Memoria del Mundo de la UNESCO para que sea reconocido como parte de su patrimonio documental en 2017. El objetivo: legitimar la lucha del pueblo palestino.
Uno de los objetivos principales del Programa Memoria del Mundo es preservar y proteger el patrimonio documental mundial, facilitando su acceso y preservación. Vale destacar que la UNESCO es el único organismo perteneciente a las Naciones Unidas del que Palestina es miembro pleno.
Caja de herramientas
A comienzos de septiembre de 2015 se lanzó la convocatoria “Postales por Palestina”, una iniciativa conjunta de la Embajada de Palestina y Ana Longoni.
La propuesta nacía de la tradición solidaria de los artistas latinoamericanos y su fuerte compromiso con la lucha de liberación de los pueblos. Se pensó en la postal, tanto por sus
dimensiones como por su impronta de intercambio y comunicación, que es a su vez transmisora de un mensaje plasmado en el lenguaje del arte.
En un gesto que buscaba nutrirse de la vasta tradición fraterna e internacionalista del arte regional, se convocó a los artistas latinoamericanos a manifestarse por la causa del pueblo palestino, su prolongada lucha y sostenida resistencia por recuperar sus derechos nacionales.
Marcado su cierre el 30 de octubre de 2015, en menos de dos meses se recibieron más de 100 postales de todo el país, todas ellas de un gran compromiso y calidad artística. Luis Felipe Noé, Juan Carlos Romero, el colectivo Etcétera, Daniel Ontiveros, entre muchos artistas destacados presentaron postales para su exposición en la sede de la Embajada en ocasión del Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino que se celebra cada 29 de noviembre por disposición de la ONU.
En aquella oportunidad, Eduardo Grüner, reflexionaba que “las postales no congelan los tiempos y los lugares: muestran una historia. También la Historia, a la manera de esa “pesadilla de la que no se puede despertar” que citaba Joyce.” Y también señalaba que “Las postales contienen arte, pero no son artísticas: por una vez –no será la única ni la última-podremos celebrar que el arte sea un instrumento. O mejor: una caja de herramientas.”
En continuidad con esta iniciativa, este año se lanzó la convocatoria “Posters por Palestina”. El planteo es retomar la tradición solidaria de los artistas argentinos en los años 60 y 70, que produjeron piezas gráficas para tomar posición crítica ante situaciones urgentes e impostergables como la guerra de Vietnam o la visita de Rockefeller a América Latina. “La prolongada lucha del pueblo palestino necesita de estos gestos internacionalistas, que contribuirán a dar a conocer en el país y en el mundo la situación de violencia e injusticia, así como la exaltación de vida que sostiene de pie a este milenario pueblo”, tal reza el texto de la convocatoria.
Para el lanzamiento se realizó una exposición de afiches del archivo de Juan Carlos Romero y de la Embajada de Palestina. El título elegido para la muestra curada por Ana Longoni y Lucía Cañada que ofició de apertura de la convocatoria fue “Afiches Internacionalistas: Un giro gráfico ante la historia silenciada” y en el texto curatorial se podía leer: “Esta selección de afiches da cuenta de la voluntad de muchos activistas, artistas y diseñadores de tomar posición pública ante la causa palestina y muchos otros conflictos ocurridos en distintas partes del mundo. Este gesto internacionalista y solidario elige la acción gráfica como una vía eficaz y multiplicadora para intervenir y llegar a muchos. Estos documentos vienen para contarnos de viejas luchas y actuales reivindicaciones, y nos interpelan como huellas de un pasado que aún persiste. Desde la precariedad de su soporte, son gritos coloridos y vibrantes que nos recuerdan gestas enormes y dolorosas, inacabables. Son también llamados a abrir diálogos entre pueblos y trazar redes fraternas”.
La exposición contó con afiches palestinos, muchos de los cuales forman parte del acervo de la colección de Walsh, así como una selección de posters de manifestación de solidaridad entre los pueblos; Namibia, Angola, Chile, Uruguay, daban cuenta que, como expresara el Embajador Husni Abdel Wahed en sus palabras de bienvenida, “No existe la causa de palestina, la de Sudáfrica y otras como luchas separadas; la lucha es una sola: la de los pueblos por su liberación y su independencia”.
Una visita a Palestina, donde existir es resistir.
En el archivo de Walsh, todos los afiches están digitalizados y su acceso es público, se los puede bajar, intervenir, imprimir, tal como hizo la Embajada de Palestina para su convocatoria con el afiche “Visit Palestine”.
No es casual que se haya elegido este poster para la convocatoria ya que es un ícono del desarrollo del género del poster palestino y reflejo de cómo los afiches llevan inscriptos la historia de Palestina y el lenguaje visual que rememora sus eventos, símbolos e imágenes.
Realizado en 1936 por Frantz Krausz -un judío austríaco que migró a Palestina en los años 30 escapando de Alemania- el afiche fue pensado para promocionar la inmigración judía a Palestina desde las organizaciones sionistas y estuvo perdido hasta que el artista israelí David Tartakover –conocido por su oposición artística a la ocupación – lo rescató en 1995.
Amer Shomali quien hizo una intervención a este poster en 2009 manifestó que “Los palestinos, están aprovechando las ironías representadas en la proveniencia de “Visit Palestine” para refregárselo por la cara al gobierno israelí que durante décadas arguyó que nunca había existido tal lugar”.
¿Es Palestina, entonces, un lugar? El gran poeta palestino Mahmoud Darwish decía que todos los pueblos viven en su patria, menos los palestinos, cuya patria vive dentro de ellos.
Así crecen generaciones, al cobijo de una patria negada. Con sus escritores, artistas, intelectuales y líderes políticos asesinados, con sus archivos incendiados y su población
desperdigada por el mundo entero; y sin embargo el pueblo palestino ha logrado hacerse de un acervo cultural propio a la vez que se ha nutrido de una solidaridad internacional que ha llegado hasta estas latitudes.
En nuestro país artistas como Luis Felipe Noé, intelectuales de la talla de Horacio González y Eduardo Grüner, militantes de derechos humanos como Nora Cortiñas, entre muchos
otros caminan hace años de la mano del pueblo palestino.
La solidaridad es quizás el abrazo que encontró el pueblo palestino en todos los pueblos del mundo ante el desamparo prepotente del proyecto colonial que lo desconoce como tal.
Mientras tanto, los palestinos siguen naciendo y viviendo en su cultura.
Y la cultura no muere jamás.
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