“Eso sería en realidad el beso de la muerte para la solución de los dos Estados, porque Jerusalén está en el corazón de esa solución”, dijo Zomlot. Se trata del principio de ‘dos Estados para dos pueblos’ —el palestino y el israelí—.
Según el político, dicha declaración acabaría con décadas de políticas de EEUU y podría alimentar la violencia en Oriente Medio, ya que los expresidentes estadounidenses han insistido en que el destino de Jerusalén, que acoge lugares sagrados para las religiones judía, musulmana y cristiana, debe decidirse en unas negociaciones entre las dos partes.
“Si la solución de los dos Estados recibe ese golpe de gracia, nuestra principal reacción será estratégica y política, porque no vamos a participar en un proceso vacío”, dijo Zomlot, que advirtió de que el papel de Estados Unidos como mediador en el conflicto quedaría en nada si Trump reconociera a Jerusalén como la capital de Israel.
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Israel capturó la parte este de Jerusalén en la guerra de 1967. Más tarde, declaró que toda la ciudad era su capital. Esta medida no fue reconocida internacionalmente. Los palestinos, por su parte, quieren que el este de Jerusalén sea la capital de su futuro Estado.
Trasladar la Embajada de EEUU a Jerusalén fue una de las promesas electorales de Donald Trump.
Jordania, la Liga Árabe y Turquía también han advertido contra los riesgos del reconocimiento por parte de Washington. La decisión de EEUU supondría una catástrofe y desencadenaría el caos, declaró el vice primer ministro del Gobierno turco, Bekir Bozdag, durante una rueda de prensa.