09 de junio de 2020
Jerusalén es hogar de una serie de lugares y templos santos de suma importancia para las religiones monoteístas predominantes en el mundo: judaísmo, cristianismo e islam.
Durante la Naksa (retroceso) resultado de la Guerra de 1967, Gaza y Cisjordania fueron ocupadas militarmente, incluida Jerusalén Oriental, a pesar de que la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU – de carácter vinculante-, llamó a Israel a su retirada de dichos territorios palestinos.
La ocupación se mantiene hasta la fecha.
A fin de preservar inalterada la esencia de Jerusalén, Palestina otorgó al Reino Hachemita de Jordania un estatus de custodio de los lugares santos musulmanes y cristianos, hasta la solución definitiva de la cuestión de Palestina.
Sin embargo, existe un incumplimiento sistemático de los deberes y obligaciones de la potencia ocupante, según dispuesto en la IV Convención de Ginebra (1949). Es así que Israel ha efectuado importantes modificaciones demográficas y físicas en Jerusalén en el marco de un proceso de judaización de la misma. La Asamblea General de la ONU y demás organismos internacionales han reconocido y reiterado ampliamente que la actuación de Israel constituye una violación al Derecho Internacional.
Hasta la fecha y a pesar de la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 sobre la base de la resolución 181 (II) de la Asamblea General de la ONU – documento no vinculante-; la ciudad es reconocida conforme el Derecho Internacional como territorio palestino bajo ocupación.
Algunos datos importantes:
- Durante la Nakba Israel ocupó militarmente el 85% de Jerusalén y al menos 40 aldeas jerosolimitanas fueron completamente destruidas al igual que otras 500 más, para evitar el retorno de palestinos refugiados y desplazados a sus hogares.
- En 1950, Israel adoptó la “Ley de Propiedad de Ausentes”, mediante la cual se apropia de bienes inmuebles pertenecientes a palestinos y quienes, a razón de la ocupación, les han sido negado el retorno a sus tierras y bienes.
- Aunque se habla de ciudadanos árabes con estatus de “residentes permanentes” de la ciudad, no tienen los mismos derechos que los ciudadanos judeo-israelíes.
- Sin embargo, debe entenderse que dichos ciudadanos son, de hecho, población autóctona de la ciudad que fuera ocupada por Israel, y no son, de ninguna manera, “extranjeros” en Israel, como pretende la narrativa colonizadora.
- De acuerdo al Buró Central Palestino de Estadísticas, a 2017, 327.000 palestinos viven en Jerusalén, equivalente al 37% de la población total.
- Existe discriminación sistemática por parte de Israel contra la población árabe-palestina en Jerusalén. La misma se ejerce a través de políticas de confiscación de tierras; denegación de permisos de construcción y/o destrucción de propiedades; denegación del derecho de residencia y reunificación familiar; y confiscación de documento permisos de residencia, entre otras.
- La construcción del Muro del Apartheid, que se extiende sobre al menos 75 km2 de Jerusalén Oriental, ha significado el aislamiento físico, económico y político de aldeas palestinas entre sí, estrangulando la población y vulnerando, por completo, sus derechos civiles, políticos y económicos.
Fuente: Embajada del Estado de Palestina en Argentina