22 de marzo de 2021
Los Estados
Partes deberán abstenerse en todo momento de imponer embargos o medidas
semejantes que impidan el suministro de agua, así como de los bienes y
servicios esenciales para garantizar el derecho al agua […] El agua no
debe utilizarse jamás como instrumento de presión política y económica.
(Observación General No. 15, Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales: 2002). Fuente: MOFA
El Día Mundial del Agua se celebra cada 22 de marzo para recordar la relevancia de este líquido esencial. A pesar de que todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida del abastecimiento de agua dulce y de su calidad, según cifras de Naciones Unidas “2.200 millones de personas viven sin acceso a agua potable”.
La crisis del agua en Palestina:
Israel, potencia ocupante, tiene control absoluto sobre el 85% de las fuentes hídricas palestinas. Ello de traduce en que los palestinos compremos nuestra agua a la empresa nacional de agua de Israel. Adicionalmente, la ocupación de tierras y sus recursos hídricos conlleva a que el consumo per cápita de agua en la población palestina esté muy por debajo del nivel recomendado por la Organización Mundial de Salud (OMS).
En Gaza la situación es aún más alarmante, puesto que el 97% del agua no cumple con las normas de potabilidad de la OMS.
El limitado y cada vez más escaso acceso a agua potable y fuentes hidrográficas en los territorios palestinos bajo ocupación – Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén del Este- vulneran el respeto y observancia a una serie de derechos humanos, especialmente de carácter social y económico, entre los que destacan la transgresión del derecho a la salud, al trabajo, agua, una alimentación adecuada y al medio ambiente[1].
Debe entenderse que el acceso al agua influye, de manera directamente proporcional, en la ausencia o debilitamiento de la garantía al acceso del resto de derechos mencionados. Por lo tanto, es un derecho transversal en tanto su ausencia afecta el cumplimiento de la gran mayoría de derechos.
La Observación General número 15 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales define al derecho al agua como aquel “acceso a un suministro suficiente, físicamente accesible y a un costo asumible de agua salubre y de calidad aceptable para el uso personal y doméstico de cada persona”[2] (las negritas son propias). De tal manera y en consecución con lo antes mencionado, debe entenderse que Una cantidad adecuada de agua salubre es necesaria para prevenir la mortalidad debida a la deshidratación y para reducir el riesgo de transmisión de enfermedades de origen hídrico, para el consumo, la cocina y la higiene personal y doméstica[3].
La correlación entre el acceso al agua como una de las garantías fundamentales para ejercer el derecho a la salud y una alimentación adecuada es evidente.
A fin de garantizar la alimentación adecuada de la población palestina, se debe procurar que los mismos sean preparados de manera salubre y que su acceso sea sostenible, especialmente en el caso de cultivos. De ello puede concluirse que el agua en la alimentación es vital en tres sentidos: a) como medio para garantizar el acceso y disponibilidad de recursos productivos; b) para prever la preparación salubre de los alimentos; y c) en virtud de que la ingesta de agua potable y adecuada para consumo humano es vital en la dieta de cualquier persona.
Por su parte, el derecho a la salud también está intrínsecamente ligado a un adecuado acceso a fuentes de agua de uso humano. El acceso a fuentes de agua potable procura condiciones salubres para la atención médica adecuada y oportuna, el correcto suministro de alimentación saludable, y las condiciones de sanidad necesarias para que el cuerpo médico pueda desempeñar sus funciones.
En cuanto a la relación entre el acceso al agua y los derechos al trabajo y medio ambiente, también existe una interdependencia de derechos. El derecho al trabajo se refiere “a la posibilidad de participar libremente en las actividades de producción […] y al disfrute de los beneficios obtenidos mediante estas actividades”[4], a través de lo cual se pretende procurar un nivel de vida digno. La ausencia de agua necesaria, por ejemplo, para actividades de carácter ganadero, pesquero y agrícola, representan un obstáculo fundamental en el acceso al derecho al trabajo. Lo mismo es aplicable a trabajos relacionados con la construcción, elaboración de alimentos, trabajos de la salud, hotelería, turismo y virtualmente cualquier actividad profesional. En lo relacionado con el derecho al medio ambiente, es por demás evidente que no puede ser ejercido si no se cuenta con uno de los elementos más básicos para su protección, cuidado, mejoramiento y conservación: el agua.
Para entender la situación respecto al acceso a recurso hídricos en Palestina, es fundamental partir de un hecho: Israel controla de manera efectiva, desde 1967, todas las fuentes hídricas palestinas[5], lo que a su vez se traduce en un control total sobre la cantidad de agua que llega a la población palestina.
Se estima que Israel destina únicamente el 10% de los recursos acuíferos explotados para uso de la población palestina. Ello, pese a que dicho recurso proviene, en su gran mayoría, de fuentes hídricas de los territorios palestinos ocupados. Esto explica que per cápita, un palestino recibe cerca de 73 litros de agua al día, frente a aproximadamente 300 litros de agua que recibe cada ciudadano y colono israelí[6]. Esta distribución absolutamente disímil, discriminatoria e ilegal (al tratarse de recursos que le pertenecen al Estado palestino), no respeta los parámetros internacionales recomendados por organismos internacionales. La Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo mínimo de 100 litros diarios por persona[7], con lo cual los palestinos tienen un déficit hídrico, según estándares internacionales.
Además de explotar los recursos hídricos palestinos, Israel implementa una serie de medidas destinadas prohibir el acceso a los mismos, por ejemplo, a través de negar el bombeo o ampliación pozos palestinos existentes y la excavación de nuevos, o la restricción del acceso palestino a fuentes frescas de agua dulce[8].
La situación en la Franja de Gaza es aún más sensible debido al bloqueo terrestre, marítimo y aéreo impuesto de forma unilateral por Israel desde 2007. El bloqueo, además de impedir la entrada de bienes de primera necesidad, como agua potable, ha devenido en dos problemas fundamentales que inciden en la escasez del agua: el mal y erróneo tratamiento y procesamiento de desechos y, a su vez, la subsecuente contaminación de los pocos recursos hídricos disponibles[9]. La situación de emergencia en la Franja es tal, que se estima que el 95% del agua en Gaza no es apropiada para el consumo humano[10], mientras que un informe publicado por la ONU en 2017 advirtió que para el 2020 “Gaza sería inhabitable”[11].
Entender la situación en la Franja de Gaza requiere considerar que existe, al momento, un bloqueo sistemático impuesto sobre toda la población, sin excepciones, y que incluye la restricción de víveres, medicinas e instrumentos de aseo e higiene personal, y demás insumos que, sumados al limitado acceso al agua, hacen que la situación sanitaria sea crítica.
Al bloqueo se suman dos hechos importantes. Por una parte, el hecho de que Gaza es uno de los territorios con mayor densidad poblacional del mundo[12]. Hasta el 2019 se registró una población de 1,9 millones de habitantes[13] en un territorio que no supera los 365 km2, lo que se traduce en más de 5.000 habitantes por kilómetro cuadrado. En segundo lugar, se debe considerar la precariedad de la infraestructura en la zona tras la destrucción masiva de la misma tras las incursiones militares israelíes de 2008-2009 (Operación Plomo Fundido), 2012 (Operación Pilar Defensivo) y 2014 (Operación Margen Protector).
El acceso bajo e intermitente a fuentes de agua aptas para el consumo humano, sumado a la delicada situación de emergencia humanitaria que vive los palestinos bajo el bloqueo de Gaza ha provocado que un 80% de la población gazatí base su supervivencia en asistencia internacional humanitaria[14], siempre y cuando la misma pueda, efectivamente, cruzar los cercos fronterizos y toda vez UNRWA logre proveer dicha asistencia, sujeta a contribuciones financieras voluntarias.
[1] Observatorio DESC: Derechos económico, sociales y culturales (2014). “Qué son los DESC”, disponible en: https://web.archive.org/web/20140201194305/http://www.observatoridesc.org/es/que-son-els-descs.
[2] Observatorio DESC: Derechos económico, sociales y culturales (2014). “Derecho al agua”, disponible en: https://web.archive.org/web/20140203033929/http://www.observatoridesc.org/es/derecho-al-agua.
[3] Ibídem.
[4] Observatorio DESC: Derechos económico, sociales y culturales (2014). “Derecho al trabajo”, disponible en: https://web.archive.org/web/20140201195505/http://www.observatoridesc.org/es/derecho-al-trabajo.
[5] Palestine Liberation Organization: Negotitions Affairs Department. “Water”, disponible en: https://www.nad.ps/en/our-position/water.
[6] Ministry of Foreign Affairs and Expatriates, State of Palestine (2019). “Water consumption”, disponible en: http://www.mofa.pna.ps/en-us/mediaoffice/water-consumption.
[7] Ibídem.
[8] Palestine Liberation Organization: Negotitions Affairs Department. “Water”, disponible en: https://www.nad.ps/en/our-position/water.
[9] Íbidem.
[10] Íbidem.
[11] Noticias ONU. “Un millón de palestinos puede quedarse sin comer en junio”, disponible en: https://news.un.org/es/story/2019/05/1455851.
[12] Ministry of Foreign Affairs and Expatriates, State of Palestine (2019). “Gaza”, disponible en: http://www.mofa.pna.ps/en-us/mediaoffice/gaza.
[13] UNRWA (2019). “Campos de refugiados en la Franja de Gaza”, disponible en: https://unrwa.es/refugiados/campos/franja-gaza/.
[14] United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East (2018). “Where we work”, disponible en: https://www.unrwa.org/where-we-work/gaza-strip.