Las fuerzas israelíes, compuestas por más de 150 tanques, vehículos blindados de transporte de personal y artillería, respaldados por aviones de combate F-16 israelíes, atacaron el campo de refugiados de Jenín, lugar que para ese momento era el hogar de 15.000 refugiados palestinos que sobrevivían en un kilómetro cuadrado. Desde el 3 de abril, las fuerzas israelíes bombardearon el campo de refugiados con diversas armas pesadas, incluidos misiles, artillería y otras municiones pesadas.
Las redes de agua y electricidad colapsaron. Se impidió que los suministros de alimentos y medicinas llegaran al campo de refugiados. Decenas de residentes resultaron muertos o heridos. Muchos cuerpos quedaron bajo los escombros de los refugios demolidos y en las calles y callejones del campamento. 52 residentes palestinos fueron asesinados por estos ataques, según un informe de la ONU de la época.