Desde 1967, Israel ha colonizado los Territorios Palestinos Ocupados transfiriendo sistemáticamente partes de su población civil a Cisjordania y la Franja de Gaza, violando el derecho internacional. Hoy, más de medio millón de colonos israelíes, incluyendo unos 190.000 en y alrededor de Jerusalén Oriental, viven en asentamientos ubicados en terrenos ilegalmente expropiados de los Territorios Ocupados Palestinos. Estos asentamientos varían en tamaño desde asentamientos nuevos o “puestos” con algunos remolques, a ciudades enteras de decenas de miles de colonos.
El objetivo y el efecto de la iniciativa israelí de la construcción de asentamientos ha sido alterar el estatus de los Territorios Palestinos Ocupados (TOPs), tanto física como demográficamente, para así no permitirnos volver. La construcción de asentamientos israelíes está diseñada para confiscar ilegalmente nuestras tierras y recursos naturales a la vez que confina a nuestra población a enclaves que se empequeñecen constantemente y separando a Jerusalén Oriental del resto de los TPOs. Limitando la contigüidad territorial y la viabilidad económica de los TPOs, los asentamientos israelíes constituyen la mayor amenaza para el establecimiento de un Estado palestino independiente y, con ello, a una paz justa y duradera entre israelíes y palestinos.
El gobierno israelí ha adoptado una serie de medidas discriminatorias en apoyo a su iniciativa de construcción de asentamientos. Los israelíes son atraídos a habitar los asentamientos a partir de una serie de iniciativas del gobierno israelí, incluyendo subsidios habitacionales, reducciones impositivas, asignaciones presupuestarias desproporcionadas y subvenciones a empresas. Contrariamente al así llamado en Israel “crecimiento natural”, estas iniciativas han derivado en el rápido crecimiento vegetativo de la población en los asentamientos que, en algunos casos, es tres o cuatro veces mayor al de Israel.
Los asentamientos son beneficiarios de grandes inversiones israelíes para rutas e infraestructura. Rutas para colonos, incluyendo las llamadas rutas “de paso”, conectan los asentamientos entre ellos y con Israel. Para nuestra población, que tiene prohibido circular por esas rutas, significan barreras físicas que atraviesan la totalidad de Cisjordania.
Israel nos impone restricciones de movimiento –o un “régimen de cierres”- a través de la instalación de cientos de puestos de control y retenes. Paralelamente a la permisividad virtual de movimiento de los colonos israelíes, este esquema de restricción física restringe en gran medida nuestro movimiento y accesos, aísla a nuestras comunidades impidiendo su expansión, nos restringe el acceso a nuestras huertas y recursos naturales además de destruir nuestra contigüidad territorial.
La presencia de asentamientos israelíes y colonos es una de las principales fuentes de inestabilidad, resentimiento y ha demostrado históricamente provocar el choque entre nuestra población autóctona y los colonos armados. Además del daño socioeconómico y humanitario causado por los asentamientos, colonos israelíes y los soldados que, a cargo de su protección, diariamente atacan, humillan y acosan a nuestro pueblo.
El muro: más apropiación de tierras
En el verano de 2002, Israel comenzó a construir su muro en los TPOs. A pesar de que Israel arguye que el muro fue construido con fines de seguridad, es un componente integral de la infraestructura de asentamientos israelíes.
El Muro cerca y circunda a lo largo de Cisjordania incorporando la mayoría de los asentamientos y colonos dentro del lado “israelí” del Muro mientras incauta grandes partes de nuestro territorio en vistas de construir nuevos asentamientos. Así, el Muro nos separa de nuestras tierras, nuestra fuente de vida, impide el acceso a la educación y los servicios sociales y nos despoja de nuestros recursos naturales, fundamentalmente el agua. El Muro se encuentra prácticamente completado excepto por pequeños tramos suspendidos por acciones legales. Las zonas arrebatadas para la construcción del Muro, junto con las áreas de asentamientos controladas al este del Muro y en el Valle del Jordán nos dejan tan solo 54 por ciento de Cisjordania.
Dado a que el Muro ha sido construido entre asentamientos ilegales existentes y sus áreas de expansión planeadas, es claramente un arrebato de tierras y no una medida de seguridad. De hecho, el Muro no separa a Israel de Palestina sino que separa palestinos de palestinos.
Las ambiciones territoriales de Israel: Entonces y ahora.
En 1967, el entonces Primer Ministro y luego canciller israelí Yigal Allon, formuló la propuesta de mantener el control israelí sobre el Valle del Jordán de Cisjordania y un corredor este-oeste expandido desde Jerusalén hasta el Río Jordán. Las zonas restantes serían “devueltas” a Jordania. El “Plan Allon” –como fue luego conocido- tuvo un fuerte impacto en la política de asentamientos israelí. Una comparación entre el mapa del Plan Allon y la situación actual en el terreno demuestra claramente la continuidad de las ambiciones territoriales de Israel en Cisjordania desde 1967.
Hechos clave
Mientras el área total construida de asentamientos en Cisjordania es del 1,2 por ciento, más del 40 por ciento de Cisjordania es bajo control de los asentamientos israelíes e infraestructura relacionada como las carreteras exclusivas para colonos, el Muro, los puestos de control y las bases militares.
El mismo año que Israel evacuó a sus 8.200 colonos de la Franja de Gaza en 2005, su población en Cisjordania aumentó en unos 12.000 colonos.
Los incentivos ofrecidos por el gobierno israelí han tenido éxito en convocar a miles de colonos a los TPOs. De acuerdo a una encuesta de la organización israelí Peace Now, el 77 por ciento de los colonos viven en los TPOs por razones de “calidad de vida” y no por motivos nacionales o de seguridad. Por ello, podemos asumir que con similares incentivos, los colonos pueden ser persuadidos de abandonar los TPOs.
Derecho internacional
El artículo 49 (6) de la Cuarta Convención de Ginebra, ratificada por Israel en 1951, manifiesta: “La potencia ocupante no podrá efectuar la evacuación o el traslado de una parte de la propia población civil al territorio que ocupa”.
En su opinión consultiva del 9 de Julio de 2004, la Corte Penal Internacional sostuvo que el Muro, junto con los asentamientos, viola el derecho internacional. Solicitó a Israel detener su construcción, desmantelar las partes ya construidas y a dar reparaciones a los palestinos por los daños causados.
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998 en su artículo 8b, viii define “la transferencia directa o indirecta de la potencia ocupante de partes de su propia población civil al territorio que ocupa” como un crimen de guerra procesable por la Corte Penal Internacional.
La Resolución 465 de 1980 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: “Las políticas y las prácticas israelíes de asentar partes de su población e inmigrantes nuevos en [los territorios palestinos y árabes ocupados desde 1967, incluyendo Jerusalén] constituye una flagrante violación a la Cuarta Convención de Ginebra…y es un gran obstáculo para alcanzar una paz justa y duradera en Medio Oriente”. La resolución llama a Israel a “desmantelar los asentamientos existentes”.
Nuestra posición
Además de ser ilegales, los asentamientos en los TPOs son la mayor amenaza a la solución de dos Estados y, por tanto, a una paz justa y duradera. Los asentamientos, su infraestructura y zonas asociadas al control israelí reducen en gran medida la cantidad y calidad de tierras para nuestro futuro Estado y socava su integridad territorial. Bajo la fórmula “tierra por paz” de las Resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU y sobre la cual se establece la base del proceso de paz, Israel debe retirarse de los territorios ocupados en 1967 a cambio de paz completa y reconocimiento por parte de sus vecinos.
Así, Israel debe deshacer su campaña de asentamientos y reparar los daños ocasionados por la colonización ilegal de nuestro territorio. La “retirada” unilateral de Gaza en 2005 demostró que los “hechos sobre el terreno” israelíes no son permanentes y que, con suficiente voluntad política, pueden ser removidos más rápidamente de lo que fueron establecidos. Un método para evacuar asentamientos pacíficamente sería eliminar todos los incentivos económicos y otros tanto para los asentamientos como para los colonos, y comenzar a ofrecer incentivos mejores que animen a los colonos a mudarse de nuevo a Israel.
Sin embargo, hasta que se llegue a un acuerdo final la única forma de minimizar un posterior perjuicio a futuras negociaciones es congelar la construcción de asentamientos. La comunidad internacional ha pedido en numerosas oportunidades a Israel frenar la actividad relativa a los asentamientos. Los elementos básicos para ello son:
1) Acabar con la construcción relacionada con los asentamientos.
2) Eliminar los subsidios e incentivos económicos para los asentamientos y los colonos.
3) Terminar con la planificación de asentamientos.
4) Cesar con todo tipo de confiscación de terrenos, demoliciones de casas y toda destrucción de propiedades.
5) Culminar la migración de colonos a los TPOs.