11 de enero de 2021
1.- Dana, como artista y mujer palestina, ¿Cuál crees que es tu papel en la lucha por la observancia a los derechos inalienables del pueblo palestino y su independencia?
Creo, primero como ser humano y luego como palestina, pero sobre todo como ser humano, que mis valores son libertad, justicia e independencia para todos. Y para que todo ello exista en el mundo, debe existir también para el pueblo palestino.
Como poeta, uso el lenguaje para darle forma a mi identidad; para contar historias… para llamar la atención, concientizar, celebrar, ayudarnos a lamentar y llorar la tragedia que hemos padecido… para revisar y recordar épocas pasadas y soñar sobre nuevas formas y construir puentes. Ése considero que es el rol del artista.
2.- ¿Cómo ves el nexo entre identidad y herencia cultural?
La cultura nos ha sido transmitida por nuestros ancestros. Nuestras canciones, los poemas, danzas, el dabke (baile folclórico), nuestra comida, el arte, el tatriz (bordado)… todo eso mantiene a Palestina viva en nosotros. Y todo ello nos ancla – a través de la imagen, sensaciones, rituales-, a nuestros ancestros y a la época de nuestros ancestros en esa tierra.
Siento que nuestra cultura es una manera de trascender y mantener vivas muestras de orgullo del lugar que venimos, así como la conexión que mana de Palestina desde hace generaciones.
3.- ¿Cuál crees que es la principal responsabilidad que tenemos como palestinos de la diáspora?
Mi identidad palestina no me fue entregada. Tuve que recorrer un camino hacia ella.
Como tercera generación palestina en la diáspora, tuve que encontrar mi camino de regreso a Palestina. A veces escuchamos el uso de la referencia “hijos de tercera cultura” y me siento identificada. Nací en un lugar, me crie en otro y me mudé a otro, y me sentía más conectada con el planeta que con un lugar determinado. Era una expatriada árabe-estadounidense. Y creo que ésa es la principal responsabilidad de los palestinos en la diáspora o de cualquier persona en la diáspora: aferrarte a tus raíces, transmitirlas.
Buscar asimilación en nuevos países es una forma de integración y encontrar sentido de pertenencia y unidad y eso es bueno, pero no hay que negarse un pasado, una historia y herencia. Por el contrario, ser la persona que construya puentes, un embajador de Palestina.
Siéntete orgulloso.
Ésa es la responsabilidad de los palestinos en la diáspora, el sentirse orgullosos de sus raíces y compartirlo con el mundo.
4.- Como defensora de los derechos palestinos, ¿has sido censurada? De ser así, ¿cómo?
¿Qué es la censura? Es alguien queriendo influir o controlar lo que dices y cómo lo dices, y viene de todos lados. Con mi último poema, “Elijo ser palestina”, tuve excelentes reacciones. Pero siempre hay quien cuestiona mi palestinidad por no hablar árabe o no usar el niqab (velo).
La censura es algo constante que viene de dentro y de fuera. Incluso con “Cartas de amor desde Palestina”, pese a que lo considero una pieza compasiva que evoca la historia de una abuela que clama justicia, tuve también respuestas agresivas de personas respecto a lo que debería o no decir.
Con el vídeo “La verdad sobre Cisjordania”, cuando el entonces ministro israelí Danny Ayalon respondió a nuestro vídeo, tuve amenazas de muerte de parte de israelíes y judeo-estadounidenses. Fui acosada y perseguida virtualmente en repetidas ocasiones y eso realmente me asustó. El miedo es un silenciador muy poderoso.
Hay niveles de presión y censura que llegan de manera interna y externa. Se requiere coraje para decir la verdad y para compartir y hacer eco de lo que crees.
5.- “Cartas de amor desde Palestina” es una de tus obras más famosas. ¿Recuerdas el contexto en el cual la escribiste o qué te llevó a hacerlo?
Lo escribí en el 2012, tras ser invitada a interpretar un poema en un evento del Club Rotario de Jumeirah para recaudar fondos destinados a un proyecto en Palestina.
No tenía preparado nada que quisiera compartir, así que empecé a escribir. Tras 2-3 semanas me di cuenta de que mi experiencia en Palestina era limitada. Mi última visita había sido en 1996 y pensé, “no puedo escribir como yo, Dana”. Así que recurrí a mi perfil teatral a través de la interpretación de la hajjeh (abuelita).
Mientras leía el poema en las pruebas de sonido, alguien me dijo que era un poco agresivo, y que interpretara algo distinto. Cualquier cosa.
Rompí el papel, lo boté y me olvidé del poema. En 2013, durante una visita en Palestina con un grupo de personas plantamos un árbol en conmemoración al Día de la Tierra y recorrimos toda Palestina. Y Hanan, una documentalista de Deir Dibwan, me preguntó si tenía material para hacer un vídeo y le conté del poema. Lo recité y le encantó y me hizo recitarlo a cada persona que conocíamos en Palestina durante 2 semanas.
Durante ese tiempo finalmente me sumergí en el personaje de la abuelita, lo recitaba con su voz, no la mía.
6.- ¿Cuál consideras ha sido el rol del arte palestino en resistir más de 7 décadas de ocupación?
La resiliencia es un valor importante para mí y en mi enfoque como artista. Mis primeros 10 años en la industria artística trabajé bajo el marco de un manifiesto que desarrollé llamado “El Proyecto del Espíritu Humano”. Fue un esquema que señalaba que mi objetivo como creativa y en el desarrollo de contenidos es hacer hincapié en la resiliencia del espíritu humano y el transmitir que nuestras similitudes son más que las diferencias que creemos que existen. Esto se convirtió en mi guía moral como actriz y en cuanto al arte que quiero realizar.
Mostrar la resiliencia palestina y la del espíritu humano ha sido uno de los enfoques de mi carrera.
Considero que la resiliencia es tener la habilidad de recuperarnos sin importar el golpe. Es nuestra habilidad de permanecer de pie. En nuestro interior, la resiliencia es la habilidad de mantener la frente en alto al denunciar injusticias. Es el enfrentar y desafiar la barbarie con dignidad. Ése es el espíritu del pueblo palestino.
Como dice Rafeef Ziadeh, “nosotros enseñamos vida” y esto viene en distintas formas: arte, pintura, escultura, música, danza, teatro, etc.
7.- ¿Crees que “Orientalismo” escrito por Edward Said tuvo algún impacto en ti?
Definitivamente. Creo que fue un elemento motivador en mi búsqueda de una auto-representación auténtica. Como actriz tuve claro desde el inicio que no quería interpretar personajes que no representan el Medio Oriente y el Islam que conozco y mis experiencias. He recibido y leído una serie de guiones en los que la protagonista es la hija sumisa liberada y hecha mujer por el hombre occidental que viene a traer paz al Medio Oriente; o la esposa terrorista; o la refugiada que se interpone en el medio de una pareja europea.
El orientalismo está muy vigente, por ejemplo cuando permitimos que Occidente nos retrate y represente o creamos, a través de su retórica, e interpretamos el papel del exótico, villano o inferior…
Prefiero escribir mis propios roles, descolonizar mi imaginación y crear mis propios personajes y oportunidades. Si ello implica no participar en películas de Hollywood, está bien, que así sea.
Trato de evaluar mis opciones a fin de evitar que usen mi voz e imagen para perpetuar estereotipos negativos o un sesgo despectivo.
8.- ¿Qué le dirías a todos los palestinos que están perdiendo la fe, la esperanza respecto a la descolonización de Palestina? ¿Qué sigue?
La esperanza es la memoria del futuro.
La voz del pueblo árabe no fue escuchada con el “Acuerdo del Siglo” así como tampoco lo fue en la colonización franco-inglesa de Bilad Al-Sham (el Levante), Sykes-Picot y demás.
Si buscamos ir más allá de la impotencia surgida de las revueltas de la Primavera Árabe hacia un verano árabe, hacia una verdadera evolución que exceda la revolución, debemos alcanzar una visión colectiva de los pueblos árabes, porque somos muchos pueblos árabes. Debe haber una visión amplia de la región e inclusiva de todas las realidades, incluyendo la israelí. Pero ningún pueblo debe aceptar un “acuerdo” sin estar totalmente representado en la mesa de negociaciones. Todas las partes, tribus, comunidades cuyo destino se verá afectado por una determinada decisión, sea cual sea su forma, deben estar presentes para negociar en virtud de sus derechos e intereses y llegar a un acuerdo justo. Para mí eso es justicia y es la única forma de llegar a un acuerdo justo. De otro forma, lo dudo.
Creo que si logramos una visión, tendremos todo. Con ello reitero: la fe es la memoria del futuro.
Fuente: Embajada del Estado de Palestina en la República Argentina