Comenta Gilad Atzmon un artículo del diario israelí Haaretz, donde se informa que en Israel trabajan más de 6.600 exportadores de armas.
A fines de 2012, había “6.684 personas ocupadas en exportaciones de materiales de seguridad en 1.006 compañías y 312 empresas independientes. La Agencia de Control de las Exportaciones de Defensa había emitido 1.900 permisos de ventas y 8.716 permisos de exportaciones”.
Aparentemente, unos 6.684 israelíes están ganándose la vida vendiendo muerte por el mundo. Están trabajando en una industria que produce más de 150.000 empleos. Sin embargo, la cuestión más crucial aquí es cómo se ha convertido el Estado Judío en una fábrica de muerte.
El sionismo primitivo prometió traer al mundo un “judío nuevo”, un auténtico ser humano, trabajador y productivo, movido por la ética y el humanismo. Pero no hizo falta que pasara mucho tiempo para que el Estado Judío revelara sus genuinas intenciones supremacistas y su rapaz pragmatismo.
Ahora Israel no sólo es una amenaza regional. En realidad opera como un laboratorio industrial militar. Un día tras otro, celebra sus poderes destructivos a expensas de sus vecinos y de los palestinos, simplemente para encontrar nuevos mercados para su creciente empresa de mercaderes de la muerte.
¿Es una coincidencia que la economía del Estado Judío esté basada en el negocio de las armas, el tráfico de órganos y los diamantes de sangre? Juzguen ustedes mismos.
Fuente: Javier Villate, Disenso.wordpress.com / 17 de julio de 2013