“He quedado traumatizado por el nivel de pobreza que he visto en Gaza. La Franja de Gaza sigue siendo una prisión a cielo abierto, cerrado por el mar, el embargo de Israel y ahora también por Egipto.”
Con estas palabras el sacerdote Raed Abusahlia, Director General de Cáritas Jerusalén, sintetizó sus impresiones durante la misión que realizó junto con una delegación de la Cáritas local entre las poblaciones de la Franja de Gaza. El informe de la misión, expuesto por Raed a la Agencia Fides, es un grito de alarma: el embargo impuesto por Israel está aplastando a la población, de la cual casi un tercio vive por debajo del umbral de la pobreza. Ahora, incluso los túneles subterráneos que conectan el territorio a Egipto – por donde pasaba la mercancía de todo tipo, que era también una fuente de ingresos para ese territorio palestino – han sido bloqueados en su mayoría por mandato del Gobierno de Egipto, que también ha cerrado El Cruce de Rafah. “Las costas de Gaza”, dijo el padre Raed, “son ya un desastre ecológico que puede desencadenar en cualquier momento infecciones y epidemias. Todos los vertidos van al mar, el agua es de color negro y desprende un olor fétido. Todos los peces están muertos y los pescadores no pueden ir a pesca en mar abierto debido al embargo. Falta la gasolina, la electricidad se apaga durante horas y horas, creando situaciones de emergencia en los hospitales”.
La Franja de Gaza – sujeto a embargo por Israel desde 2007 – tiene 41 kilómetros de largo y entre 6 y 12 km de ancho. En esa tierra se concentran 1.700.000 habitantes. La delegación de Cáritas dirigida por Raed entregó al Ministerio de Salud local una gran cantidad de medicamentos poco comunes para que puedan ser distribuidos en los centros de salud. Una parte de las medicinas ha sido ingresada al hospital anglicano directamente. En los días de su estancia en Gaza, los miembros del personal se contactaron con las estructuras y las iniciativas gestionadas directamente por Cáritas: el Centro Médico establecido en las áreas de los campamentos de refugiados y la clínica móvil -donde hay 18 trabajadores-, el Centro de prótesis artificiales para personas inválidas como consecuencia de las recientes operaciones militares israelíes; grupos de ayuda psicológica para los niños traumatizados por los bombardeos; y con el trabajo de los grupos de voluntarios a cargo de la distribución de paquetes de alimentos y pequeñas cantidades de dinero ($ 200) a más de 2.000 familias que han perdido sus hogares por las incursiones militares.
Fuente: Agencia Fides / 17 de julio de 2013