Newweapons Committee
Según un nuevo estudio científico, hay “una fuerte correlación entre los recién nacidos con malformaciones genéticas y la exposición de sus padres a los ataques con fósforo blanco”. En el registro de nacimientos efectuado, el 27% de los padres con niños con malformaciones genéticas declararon haber estado expuestos al fósforo blanco, frente a solo el 1,7% de los padres con bebés sanos.
El informe titulado “Malformaciones congénitas en Gaza: Prevalencia, tipos, aspectos familiares y correlaciones con los factores medioambientales”, que acaba de publicar el International Journal of Environmental Research and Public Health, fue realizado por un equipo de investigadores italianos y palestinos en el Hospital Al-Shifa, donde se produce el 28% del total de nacimientos de la Franja de Gaza.
Se trata de la primera recogida de datos sobre incidencias de malformaciones genéticas en los nacidos en la Franja de Gaza. Los médicos registraron 4.027 nacimientos recogiendo datos clínicos, demográficos, familiares y medioambientales. En los cinco meses de duración del estudio (mayo-septiembre 2011), nacieron 55 bebés con malformaciones genéticas, hubo 94 abortos espontáneos y 30 bebés nacidos muertos.
El estudio halla que la prevalencia de las graves malformaciones genéticas estructurales en la Franja de Gaza es de un 14 por mil. Dentro de los límites debidos a diferencias en los niveles de diagnóstico, la dimensión de las muestras y la metodología, es ligeramente más alta que la de los países menos industrializados de la zona (8-11 por mil) y más baja que la informada en los más industrializados EEUU (30 por mil) y en Europa (23 por mil).
El equipo inició este estudio debido a la presencia de elementos teratógenos en el medio ambiente post-bélico de Gaza tras la Operación Plomo Fundido. Un grupo de científicos, entre los que figuraban varios de nuestro equipo, habían hallado con anterioridad pruebas de la presencia de metales teratógenos y cancerígenos en las heridas de las víctimas en un estudio publicado en enero de 2010, así como en el pelo de los niños en otro estudio publicado el 17 de marzo de 2010.
El tipo de metales detectados en las heridas y en el pelo presentaban un bajo potencial mutágeno pero un alto potencial teratógeno y carcinógeno, que no ha podido eliminarse del medio ambiente y que es capaz de actuar como metalestrógenos que pueden incidir de múltiples formas durante el desarrollo embrionario y fetal. Los científicos señalan que “antes de llegar a una conclusión definitiva sobre la capacidad contaminante de este armamento específico para que pueda ser específicamente responsable de la correlación encontrada, es necesario hacer el análisis de la contaminación causada por los tóxicos relacionados con la guerra sobre los pacientes específicos”.
“Según los expertos, la carga de los metales en los organismos vivos es acumulativa y sus efectos, en caso de producirse, aparecen con el tiempo. Lo que ahora hemos investigado es si hay efectos a largo plazo en la salud reproductiva que puedan asociarse con la exposición ambiental crónica debido a la presencia documentado de ese tipo de armamento en el medio ambiente”.
Las declaraciones de los residentes acerca de los lugares en que se hallaban cuando se produjeron las exposiciones al fósforo blanco y a las bombas se corresponden con los mapas elaborados por las siguientes agencias y responsables de las Naciones Unidas: OCHA (Agencia de Coordinación para la Asistencia Humanitaria), UNSCO (Coordinador Especial de las Naciones Unidas para el Proceso de Paz en Oriente Medio) y el Equipo del Programa para el Desminado de Gaza.
El Grupo de Investigación de Nuevos Armamentos (Newweapons Committee) integra a un conjunto de académicos, investigadores y profesionales de los medios que promueven la investigación de los efectos sobre los individuos y las poblaciones de los recientes tipos de armas utilizados en el curso de las guerras. El grupo inició sus actividades en el tercer trimestre de 2006, tras la guerra que Israel emprendió contra el Líbano.