No queremos comida ¡queremos libertad!

B. Esseddin

Rebelion.org

Oh pueblo mío
bastón de incienso
tú que eres más valioso que mi alma
permanecemos fieles al juramento
hemos aceptado el dolor de la celda
las cadenas de la injusticia, sus barrotes
el hambre y las privaciones
sólo para desatar la luna crucificada
(Tawfiq Zayyad)

Las fuerzas de ocupación israelíes perpetran a diario una larga lista de violaciones al derecho internacional contra la población nativa de Palestina donde sea que esta se encuentre: en los territorios ocupados en 1948, en los territorios ocupados en 1967, en los campamentos de refugiados dentro y fuera de Palestina; en sus hogares, en sus lugares de trabajo, en sus hospitales, en sus escuelas, universidades, iglesias y mezquitas; en las calles, los bares, los comercios… estas violaciones continúan dentro de las cárceles de la ocupación, ubicadas todas dentro de ‘Israel’ (territorios ocupados en 1948/49).

El pueblo nativo de Palestina es mantenido como rehén por una brutal ocupación militar y confinado en guetos construidos en su propia tierra. Los palestinos son mantenidos cautivos en sus propios hogares, ciudades y aldeas, con puestos de control militar que los encierran, controlan y limitan sus movimientos y rodeados de colonias sionistas construidas sobre las ruinas de aldeas palestinas y los huesos de los palestinos. Son mantenidos cautivos en su propia patria, en sus hogares y en las mazmorras israelíes. Son mantenidos cautivos en los campamentos de refugiados, dentro y fuera de su patria. Cada semana, decenas de palestinos son secuestrados de sus hogares, lugares de trabajo, escuelas y en puestos de control. A veces los detenidos son liberados después de unos días o después de unas semanas, otras veces son mantenidos indefinidamente en cautiverio.

Actualmente, más de 4700 palestinos están encerrados entre rejas israelíes, y la entidad sionista viola sus derechos a diario, tanto como lo hace fuera de sus cárceles. Además de tortura, maltrato físico y verbal, ataques y humillación a repetición, los prisioneros políticos palestinos sufren por la negligencia médica y se les niega la alimentación adecuada. Las celdas son atacadas diariamente y a menudo por la noche, y los objetos personales de los prisioneros son destruidos o confiscados. Son atados y expuestos durante horas bajo el sol ardiente o bajo la lluvia, son privados del sueño, son aislados. Se ven obligados a comprar sus propios alimentos y agua a precios extremadamente altos en la proveeduría de la prisión y a pagar por el agua y la electricidad que consumen. Los israelíes realizan incursiones en los hogares palestinos todos los días, secuestran de sus hogares a hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y niños, sanos, enfermos y discapacitados, saqueando sus pertenencias o destruyéndolas.

La política israelí del secuestro y encarcelamiento de los palestinos y otros árabes es un delito que forma parte de una larga cadena de delitos que empezaron antes de 1948 y continúa y se incrementa. Forma parte del criminal proyecto sionista de apropiarse de la tierra palestina, de todos los bienes privados y públicos de los palestinos y de sus recursos naturales, eliminar a su población nativa y reemplazarla por judíos traídos desde todas partes del mundo. Un plan de limpieza étnica. El más brutal y duradero de la historia de los últimos 200 años de la humanidad.

Empezando por la ilegalidad e injusticia cometidas por la ONU, que a través de la Resolución 181 -sobre la partición de Palestina-, regaló más de la mitad de un territorio que no le pertenece a quienes no tienen derechos sobre él, para la creación de un estado artificial -Israel-, violando su propia carta al no respetar el derecho de autodeterminación de los pueblos: Israel no ha cesado de violar todas las resoluciones, convenios y acuerdos que, a pesar de aquel pecado original, limitan sus actos estableciendo derechos ‘universales’ aplicables por lo tanto, también a los palestinos y su suelo patrio.

Israel viola la mismísima Resolución 181, al apropiarse de un 24% más de superficie de tierra palestina que la asignada por ésta y al no respetar la igualdad de derechos de los palestinos habitantes del ‘estado judío’.

Viola la Resolución 194, al no permitir el retorno de los cientos de miles de palestinos expulsados por la fuerza (que ahora son millones), ni pagar las indemnizaciones por pérdidas, daños y horrores ocasionados a los mismos.

Viola la Resolución 242, al no retirarse de todos los territorios ocupados en 1967.

Viola los Convenios de Ginebra al no brindar protección a los civiles habitantes del territorio que ocupó y, muy al contrario, cometer absolutamente todos los actos prohibidos por éstos, como tortura, malos tratos, encarcelamientos arbitrarios, traslado de los habitantes del territorio ocupado al territorio de la potencia ocupante, traslado de la población de la potencia ocupante al territorio ocupado y mil etcéteras.

Por ello decimos que todos los prisioneros palestinos son prisioneros de guerra, son prisioneros políticos. Y todos ellos invariablemente son encarcelados por el sólo hecho de ejercer su derecho a luchar contra los invasores y apropiadores de su patria.

Los criminales son los agentes de la ‘inteligencia’, los policías, los soldados, los oficiales, los carceleros, los torturadores, los jueces, los médicos, los colonos, los parlamentarios, los ministros y todos los demás funcionarios del estado judío (como se lo nombra en la Resolución 181 y a gusto de los sionistas), incluidos los administradores de las mazmorras putrefactas de Israel. Y criminales son todas sus falsas leyes, reglamentos, disposiciones y normas, que violan todos los derechos universales, todos los principios éticos consagrados por el derecho internacional y aceptados por todas las culturas del planeta (menos por los sionistas) y el más elemental razonamiento (que los sionistas no practican).

No analizaré aquí la larga lista de leyes internacionales que viola Israel, pues no es el objetivo de este artículo. Baste aclarar que desde que la primera colonia judía puso un pie en tierra palestina, en 1878, los sionistas no han cesado de cometer delitos, todos gravísimos, contra la población nativa.

Contra todos esos delitos y en especial contra los que se cometen a diario dentro de las cárceles israelíes, miles de prisioneros políticos palestinos, ahora como tantas otras veces, decidieron vaciar sus estómagos para llenar de libertad el aire de la patria.

Vengan compañeros de cadenas y tritezas
caminemos hacia la más bella orilla
nosotros no nos someteremos
sólo podemos perder
nuestro ataúd
(Mahmud Darwish)

Contrariamente a lo que esperan los funcionarios de la ocupación y todos sus secuaces de la comunidad internacional, el aumento de la represión de las protestas no disminuye la resistencia, sino que la aumenta.

En respuesta a la larga cadena de delitos israelíes, el 18 de diciembre de 2011, la huelga de hambre emprendida por Khader Adnan, que duró 66 días, inició una cadena de huelgas de hambre de prisioneros políticos palestinos en cárceles de la ocupación. Que es acompañada desde fuera de las cárceles con manifestaciones, sentadas y carpas de solidaridad por todo el pueblo palestino.

A la huelga de Khader le siguió la de Hana Shalabi, que duró 44 días. A Hana le siguieron Bilal Thiab y Thair Halahleh, que llevan ya 68 días en huelga; Hasan As-Safadi y Omar Abu Shallah, 62 días; Mohammed At-Taj, 50 días; Faris An-Natur, 47 días; Jafar Izz Iddin, 46 días; Mahmud As-Sirsik, 45 días; Oday Daraghmah, 44 días; Abdallah Barghouthi, 24 días.

Hasta que el 17 de abril, día del prisionero palestino, el Movimiento de Prisioneros Palestinos inició una Huelga General Abierta, en etapas, que comenzó con la adhesión de 1600 prisioneros y hoy en su día 20, involucra a 3000 prisioneros en todas las cárceles de la ocupación, entre ellos también los prisioneros egipcios, jordanos y de otros países árabes.

A esta Huelga General Abierta, se han sumado huelgas parciales, en solidaridad con aquella, protagonizadas por prisioneros que por su edad o condición de salud no están en condiciones de sostener una huelga de larga duración, pero que igualmente demuestran su altura moral y su compromiso con la patria, poniendo en riesgo su vida al negarse a comer o a ingerir los medicamentos de los que su salud depende, por uno o algunos días. Y se han sumado también huelgas de hambre de ex prisioneros y familiares de prisioneros que, fuera de las cárceles, se manifiestan en solidaridad con ellos pues todos participan de la misma causa: la liberación de Palestina, luna crucificada.

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