La Corte Penal Internacional (CPI) acaba de fundamentar por qué no va a investigar lo actuado por el Estado israelí en el territorio de la Franja de Gaza, que viviera una matanza colectiva en 2006 y otra, aun mayor, a fines de 2008 y comienzos de 2009.
Esta última mereció hasta la consideración de la ONU, que no pudo menos que nombrar una comisión investigadora tal vez con el ánimo de asordinar el impacto de lo que se supo desde el principio: que el ejército de Israel había tirado a matar a niños, mujeres y varones desarmados, no sólo a guerreros en acción; que “el ejército judío” según se proclama Israel a sí mismo, para escarnio e indignación de tantos judíos que no aceptan el sórdido racismo israelí, había procedido a hacer de la franja tierra arrasada estropeando viaductos, aeropuertos, usinas, puertos, escuelas y hasta hospitales.
El jefe de la inspección enviada por la ONU resultó un judío sudafricano descendiente de un sionista militante. Aunque eso parecía asegurarle a Israel una cierta benevolencia, el resultado de la visita del juez Richard Goldstone resultó una ducha de agua fría para la dirigencia sionista.
Goldstone acusó a Israel de delitos de lesa humanidad.(1) Algunas organizaciones palestinas han procurado a su vez llevar a los tribunales de la CPI lo actuado por Israel, que ha significado la muerte de miles de habitantes del “campo de concentración actual más grande del mundo” como se considera a la Franja totalmente sitiada, de unos 360 km2…
Las invasiones del Estado de Israel a la Franja de Gaza tienen el peso material y contundente de lo real, de los proyectiles, los bombardeos, las explosiones, las balaceras, las agonías de los convertidos en blancos de las armas con que han experimentado los militares israelíes sus “desarrollos” tecnológicos bélicos.
Pero el abogado Luis Moreno Ocampo ha encontrado un motivo para no investigar, desde la Corte Penal Internacional tales abominaciones, atrocidades y abusos. Porque según LMO, la Fja. de Gaza carece de jurisdicción. No es que no pertenezca a la realidad material y cultural del planeta, no es que no constituya un territorio habitado por seres humanos, y castigado con delitos incluso de lesa humanidad, es sencillamente que carece de la calidad de Estado miembro de la ONU.
Como sabemos, la ONU respeta muchísimo la calidad de Estado y de Estado miembro de la ONU para protegerlos… o para “permitir” su destrucción, como ha sido el caso de Serbia o Afganistán o más recientemente, de Libia.
Hace unos años, la CPI aceptó abrir juicio al carnicero Ariel Sharon por la matanza, absolutamente planificada en frío de miles de palestinos en los campamentos de Sabra y Shatila en el sur libanés, en 1982. Eran campesinos casi exclusivamente poblados por ancianos, mujeres y niños. Escasos varones adultos, algunos enfermos. Una buena parte de ellos había tenido que abandonar el país poco antes y habían encontrado refugio en Túnez.
Esa “facilidad” militar sin duda estimuló los planes.
Las pruebas sobre que la operación fue montada por Israel llegaron a ser irrefutables. El cuchillo había estado en las gozosas manos de fundamentalistas de alguna secta cristiana libanesa que oficiaron de asesinos a sangre fría, llevados por su presunto amor a Cristo, pero los sionistas les habían brindado toda la infraestructura necesaria para hacerlo; desde armamentos hasta camiones, pasando por la iluminación que brindaron para convertir cada campamento en la noche en un teatro iluminado de crímenes en serie(2) y hasta las bolsas negras que se habían hecho tristemente famosas en los transportes de Vietnam a EE.UU. cuando los primitivos nativos se negaron tan cerrilmente a ser democratizados en las “aldeas estratégicas” vietnamitas diseñadas con todo el amor de los torturadores de la Army…
El sumario elevado por juristas de la CPI no dejaba lugar a dudas al conocerse las versiones de algunos jefes de los ejecutantes. Finalmente, la CPI acordó incoar un juicio a Sharon valido del testimonio de un jefe de la tropa maronita que cometió las matanzas, pero el testigo en potencia logró disolverse en el aire a consecuencia de una bomba pegada al coche en que viajaba a Bruselas. Oportunísima voladura. Algunos malpensados nos preguntamos a quién beneficiaba la desaparición de semejante testigo que prometía desnudar el verdadero papel de Ariel Sharon como comandante en la sombra de todo el operativo genocida. Y nos constaba que el gran beneficiado iba a ser, precisamente, Sharon. Y lo fue. Ni siquiera tuvo que presentarse ante el estrado. Una justicia ciega y tonta optó por archivar el expediente… por deceso de testigo clave. Cuando, en rigor, una justicia seria, habría iniciado un interrogatorio previo al principal beneficiado de semejante silenciamiento. Pero la formalidad fue más fuerte.
Como por lo visto, ahora. Con este relato de la no existencia de delito punible en territorio no estatal… una peculiar jurisprudencia nos brinda LMO: Nos preguntamos qué pasaría con un delito cometido en alta mar, fuera de cualquier jurisdicción nacional, tanto de la territorialidad marina como de nave de bandera… ¿dejará de ser delito puesto que no lo cubre estatalidad alguna? O un delito atroz cometido en una isla aluvional relativamente reciente sin jurisdicción decidida, por ser hecho en un islote sin carácter ni símbolo estatal, ¿dejará por ello de ser tratable como delito? ¿O no sería, por el contrario, las áreas donde más tendría que tener jurisdicción una CPI, que se precie de encarar el delito, justamente porque es tan vidriosa la jurisdicción de un Estado cualquiera que fuere?
Notas:
1.- Significativamente, unos meses después, el mismísimo Goldstone publicaría una suerte de mea culpa mediante la cual eliminó algunos de los cargos levantados contra el tan democrático Estado de Israel.
2.-Honor y reconocimiento para toda la vida a Elie Gueva, el militar judío que se negó a manejar los reflectores para tan atroz “tarea”, renunciando al ejército colonizador de Israel.
Luis E. Sabini Fernández es integrante del equipo docente de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, periodista, editor. www.revistafuturos.com.ar.