Carta del Obispo sudafricano, Desmond Tutu a la Universidad de Berkeley, California,
“Queridos dirigentes estudiantiles de la Universidad de Berkeley:
Me llevé una gran alegría al saber el resultado de vuestra reciente votación, favorable, por 16 votos frente a 4, a que se retire el dinero de vuestra universidad de las compañías que posibilitan y sacan beneficio de las injusticias de la ocupación israelí de la tierra palestina y de la violación de los derechos humanos palestinos.
Posturas de principios como ésta, apoyadas por un número cada vez mayor de organizaciones de la sociedad civil estadounidense y por gente de conciencia, incluidos importantes grupos judíos, son esenciales para un mundo futuro mejor, y siempre es una inspiración ver cómo los jóvenes van por delante y se enfrentan al poder con la verdad.
Os estoy escribiendo para deciros que, a pesar de lo que los detractores puedan alegar, estáis haciendo lo correcto. Estáis actuando con moral. Estáis haciendo lo que os incumbe como seres humanos que creen que todos los pueblos tienen dignidad y derechos, y que todos aquellos a los que se niega su dignidad y derechos se merecen la solidaridad de sus compañeros seres humanos. He estado en el Territorio Palestino Ocupado y he visto las carreteras de segregación racial y las viviendas de los asentamientos, que tanto me hicieron recordar las condiciones que tuvimos que soportar en Sudáfrica bajo el sistema racista del Apartheid. He presenciado la humillación de hombres, mujeres y niños palestinos a los que rutinariamente se hace esperar durante horas en los controles del ejército israelí cuando intentar llevar a cabo los desplazamientos más elementales, como visitar a un familiar o asistir al colegio o a la universidad, y esa humillación me resulta muy familiar, a mí y a los muchos sudafricanos negros que vivieron acorralados e insultados de forma cotidiana por las fuerzas de seguridad del gobierno del Apartheid.
En Sudáfrica no hubiéramos podido conseguir nuestra libertad y justa paz sin la ayuda de todos los pueblos del mundo, que a través de medios no violentos, como boicots y retirada de inversiones, animaron a sus gobiernos y a otros actores corporativos a cambiar radicalmente décadas de apoyo permanente al régimen del Apartheid. Los estudiantes jugaron un papel principal en esa lucha, y escribo esta carta con una especial deuda hacia vuestra universidad, Berkeley, por su papel pionero en defender la igualdad en Sudáfrica y promover la responsabilidad social y ética corporativa para poner fin a la complicidad con el Apartheid. Visité vuestro campus durante los años de la década de 1980 y me emocionó mucho encontrarme con los estudiantes haciendo sentadas y manifestándose bajo el sol abrasador para que la Universidad retirase las inversiones de las compañías que apoyaban al régimen sudafricano.
La misma cuestión, la búsqueda de la igualdad es lo que motiva el movimiento de desinversión actual, que intenta poner fin a la ocupación de Israel de 43 años de duración y al desigual trato que el gobierno israelí exhibe con el pueblo palestino. Los abusos a los que tienen que hacer frente son auténticos y ninguna persona debería sentirse ofendida por los actos de principios no violentos y moralmente consecuentes que se oponen a ellos. Es tan fundamental denunciar a Israel por sus abusos como lo fue denunciar al régimen del Apartheid por los suyos.
Para aquellos que puedan equivocadamente acusaros de injusticia o de hacerles daño por este llamamiento a la desinversión, les indicaría, humildemente, que tales daños palidecen en comparación con el daño perpetrado a lo largo de toda una vida vivida bajo ocupación y denegación diaria de los derechos básicos y de la dignidad. No criticamos al gobierno israelí desde el rencor, sino desde la esperanza, una esperanza en un futuro mejor tanto para israelíes como para palestinos, un futuro en el que se acaben tanto la violencia del ocupante como la resistencia violenta resultante del ocupado, y en el que un pueblo no necesite dominar a otro engendrando sufrimiento, humillación y represalias. La paz verdadera debe enraizarse en la justicia y en el inquebrantable compromiso con los derechos universales para todos los seres humanos, sin importar etnia, religión, género, nacionalidad o cualquier otro atributo de la identidad. Vosotros, los estudiantes, estáis ayudando a pavimentar ese sendero hacia una paz justa. Endoso con todo corazón vuestro voto en apoyo de la retirada de inversiones y os animo a manteneros firmes del lado de la justicia.
Que Dios os colme de bendiciones.
Desmond Tutu, arzobispo emérito de Cape Town