La sociedad humana de Israel: ¿Más compasión hacia los animales que hacia la población árabe de Israel?

Belén Fernández

Al-Jazeera

La semana pasada, el Tribunal Supremo de Israel votó a favor de la confirmación de una ley que niega la ciudadanía o la residencia en Israel no sólo a palestinos casados con árabes israelíes, sino también a cónyuges de una nacionalidad igualmente ‘desagradable’ (libanesa, iraquí, etc.).

Leí la noticia del veredicto del Tribunal en la Web de Haaretz, donde estaba compensada por otro titular de naturaleza más misericordiosa: “Buitre serbio liberado después de recibir tratamiento en un hospital veterinario israelí”.

Según el artículo:

El buitre herido se encontró el kibutz Lehavot Habashan en el norte de Israel, y se llevó rápidamente a un hospital veterinario israelí especializado en animales salvajes. Allí diagnosticaron que el ave tenía múltiples heridas de bala.

Después de dos meses de tratamiento se puso en libertad al buitre. Según las informaciones la embajada serbia en Tel Aviv se sintió “deleitada por la recuperación del ave, y los diplomáticos serbios asistieron a la liberación del “paciente” serbio hacia su hábitat natural”. Haaretz publicó la siguiente evaluación:

Volar en Oriente Medio puede ser peligroso para las aves carroñeras, ya que a veces la gente les dispara ignorando los tratados internacionales que protegen a esas aves.

En cuanto a otras criaturas puestas en peligro por la ignorancia de los tratados internacionales, se podría incluir a las poblaciones palestinas sometidas regularmente a castigo colectivo en violación de las Convenciones de Ginebra. La menor urgencia de las condiciones médicas palestinas en comparación con las de las aves está subrayada adicionalmente por la tradición israelí de disparar misiles contra ambulancias palestinas, así como por titulares de Haaretz como “las FDI [ejército israelí, N. del T.] investigan la muerte de un palestino diabético demorado en un puesto de control” y “Palestinos: una mujer enferma muere después de que las FDI le negaran una ambulancia”.

Un artículo del Guardian que describe una orgía de excavadoras israelíes en Gaza revela que el valor de la vida de las aves también fluctúa según sus determinantes étnicas y geográficas. La siguiente descripción se refiere a las secuencias de la demolición del zoo de Rafah:

Uno de los avestruces yacía medio enterrado en los escombros. Las gallinas de Guinea y los patos fueron ordenados en una fila. Las cabras y un ciervo se debatían con las piernas quebradas… El copropietario del zoo, [Mohammed Ahmed] Juma acusó a los soldados israelíes del robo de valiosas cotorras africanas.

Según el artículo, después de negar inicialmente la destrucción del zoo y la admisión posterior de que es posible que lo destruyera un tanque al dar marcha atrás, las FDI finalmente reconocieron que condujeron por encima del zoo, pero “un portavoz dijo que los soldados habían liberado los animales de sus jaulas en un gesto compasivo para impedir que resultaran heridos”.

Otro desafío compasivo de la realidad por parte de los portavoces de las FDI consistió en un desmentido –difícilmente reconciliable con los omnipresentes escombros- de que el ejército hubiera arrasado docenas de casas en Rafah, y una mágica conversión de niños desarmados en hombres armados para justificar retroactivamente su muerte. El artículo cita una declaración de Juma que dice que la “gente es más importante que los animales. Pero el zoo es el único sitio en Rafa en el cual los niños podían evadirse de la tensa atmósfera”.

Mientras tanto el tema de la importancia relativa de los animales se mencionó otra vez en 2009 con la propuesta en la Knéset [parlamento israelí] de una ley para cambiar el nombre de la Ley de Bienestar Animal como “Ley de Derechos de los Animales”. Haaretz recuenta el rechazo en última instancia de la ley:

‘La propuesta de ley se basa en la premisa inaceptable de que los animales tienen derechos’, dijo a la Knéset el ministro de Servicios Religiosos Yaakov Margi (Shas).

Margi dijo que el gobierno cree que los animales tienen el mismo estatuto legal que las entidades inanimadas como las corporaciones, barcos, universidades y ciudades.

Sin embargo, según el artículo: “el presidente de la Knéset, Reuven Rivlin, mostró mucho interés en el debate, por ser propietario de un perro”, y respondió al discurso de Margi: “No sé qué le haría a una persona que matara a mi Stephan”. El miembro de la Knéset del partido Kadima, que presentó la propuesta de ley, prometió que volvería a presentarla en el futuro.

Esas actitudes alentadoras –junto al éxito de la rehabilitación del buitre serbio y al hecho de que al parecer a las corporaciones no les va mal en Israel, a pesar de que presuntamente carecen de derechos legales– aumentan la posibilidad de que se pueda comercializar Israel como un oasis de los derechos de los animales como otro medio para distraer la atención de observadores internacionales de los crímenes de guerra y de otros flagrantes abusos de los derechos humanos en los que se basa el Estado.

Este nuevo añadido a la campaña de relaciones públicas aumentará las estrategias de “engaño verde” y “engaño rosa” que ya se utilizan. Otras operaciones menos asociadas con un color específico incluyen la colocación de mujeres soldados de las FDI escasamente vestidas en las páginas centrales de la revista Maxim.

Se pueden encontrar más razones para un optimismo respecto a los derechos humanos en un ítem de Haaretz de 2009, según el cual “los gatos callejeros de Tel Aviv ya no tienen que pasar hambre” gracias a un proyecto de distribución de grandes boles de alimentación por parte de la Asociación SOS Pet [mascota]:

La asociación dijo que es consciente del hecho de que la alimentación de gatos callejeros se convierte frecuentemente en un conflicto entre vecinos, por lo cual ha decidido tratar de imponer un sistema de alimentación más organizado y estéticamente agradable para gatos que de otra manera morirían de hambre porque los cubos de la basura tienen tapas.

En cuanto a otros tipos de sistemas de alimentación implementados por los israelíes en el contexto de conflictos entre vecinos, estos han incluido prohibiciones de embarques de pasta a Gaza con la excusa de que los fideos no son un elemento esencial. Por lo tanto parece que la justificación presentada por el director ejecutivo de la Asociación SOS Pet para alimentar gatos callejeros no se puede aplicar fácilmente a los residentes de los Territorios Palestinos:

Si reciben más alimento, se verán mucho mejor, no serán tan patéticos y también podremos comenzar a hablar con los vecinos sobre la reducción de su presencia haciendo que sean esterilizados.

Los posibles métodos de reducción de la presencia de la población humana en Israel, sin embargo, se mencionan en un artículo de 2010 por el galardonado periodista Jonathan Cook, que empieza así:

Los funcionarios de la salud de Israel están suministrando a numerosas inmigrantes etíopes una controvertida droga de control de natalidad a largo plazo en lo que grupos femeninos israelíes afirman es una política racista para reducir la cantidad de bebés negros.

En caso de que la maquinaria de relaciones públicas de Israel requiera ayuda para blanquear esta práctica en particular, se podría concebir la idea de bautizar la administración de la droga como “blanqueo”.

Belén Fernández es editora en PULSE Media. Su libro: The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work está en venta en Verso, Amazon y muchos otros sitios. Twitter: @MariaBelen_Fdez

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/01/201211574130743186.html

Esta entrada fue publicada en Noticias. Guarda el enlace permanente.

Los comentarios están cerrados.