Un destello en la vida de una pareja palestina-israelí

Amira Hass

Haaretz

¿Qué pasa si Israel vuelve a la exclusión de los israelíes del territorio de la Autoridad Palestina? ¿Qué pasa si continúa la tendencia de legislación antiárabe y el Estado decide despojar a sus hijos, o a ellos, de su ciudadanía?

La ocupación de Cisjordania y de la Franja de Gaza en 1967 unió, por primera vez desde 1948, a la comunidad palestina que permaneció dentro de Israel. Las familias que resultaron divididas con la fundación del Estado vinieron juntas, los amigos se vieron unos a otros después de 19 años, los refugiados en Cisjordania y en la Franja de Gaza se apresuraron a visitar de nuevo sus lugares de nacimiento (ahora destruidos o repoblados por judíos). Los palestinos de ambos lados de la Línea Verde se encontraron en el trabajo, en la escuela y en lugares de diversión. Esta reunificación, naturalmente, originó un número de matrimonios.

A principios de los años noventa, los palestinos comenzaron a notar un descenso en el número de solicitudes de ciudadanía o implantación en Israel con base en la reunificación familiar que recibía aprobación. Antes de este período la cuestión de dónde vivía una pareja era menos importante: Israel concedió a los residentes la libertad de movimiento, relativamente hablando, e incluso para aquellos cuyas solicitudes para la reunificación familiar en Israel no fueron completamente separados unos de otros.

Esto cambió radicalmente en enero de 1991, cuando Israel impuso amplias restricciones a la libertad de movimiento a los palestinos que vivían en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Se puso en práctica un sistema de permisos y separaciones -entre Cisjordania y la Franja por un lado y entre Israel y cada uno de estos territorios por el otro- (pero afectaba sólo a los palestinos, no a los judíos).

Estar en Israel sin permiso se convirtió en una ofensa criminal, incluso para alguien que hubiera vivido allí con su familia durante años. Después del inicio de la segunda intifada en 2000, se hizo aún más difícil conseguir un permiso incluso para visitar a los parientes en Israel. Los palestinos dicen que debido a estas dificultades muchas familias prefieren que sus hijos e hijas no se casen con ciudadanos o ciudadanas israelíes.

Las dificultades económicas en Cisjordania y en la Franja de Gaza, aparejadas con las restricciones al movimiento, separan familias: El esposo israelí vive y trabaja en Israel, con o sin los hijos. Hay familias en las cuales algunos hijos tienen ciudadanía israelí y otros no.

Hay muchas familias así que viven en Cisjordania y en la Franja; unas por elección, para alejarse de hostilidades, tratando con condescendencia la atmósfera en Israel, otras porque no tienen otra opción. En la Franja de Gaza de hoy, herméticamente sellada, las mujeres israelíes de hombres de la Franja de Gaza deben negociar barreras burocráticas, ayudadas por organizaciones de derechos humanos como el Centro de Hamoked para la Defensa del Individuo, para el permiso para viajar entre el núcleo de sus familias en la Franja y sus familias de origen dentro de Israel.

Los israelíes que viven en Cisjordania y en la Franja de Gaza pierden sus beneficios sociales estatales; pero no los judíos israelíes que viven en los asentamientos.

Las parejas palestinas «mixtas» viven bajo una nube constante de incertidumbre y miedo al futuro. ¿Qué hay si Israel vuelve a la exclusión de israelíes del territorio de la Autoridad Palestina? ¿Qué si continúa la tendencia de legislación antiárabe y el Estado decide despojar a sus hijos, o a ellos, de su ciudadanía?

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/news/a-glimpse-into-the-life-of-an-israeli-palestinian-couple-1.407030

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