Pongamos que soy una mujer palestina de 35 años , nacida en algún lugar de los territorios ocupados. Hace 15 años conocí al que ahora es mi marido y padre de mis tres hijos. Él nació Jerusalén Este y cuenta con residencia permanente en Israel. Inciso. Repito: nació en Jerusalén y cuenta con residencia.
Fuente: Sabrina Sifrin, Centro de Información Alternativa (AIC)
Continúo. Contrajimos matrimonio hace 10 años y en ese momento comenzamos los trámites para solicitar mi residencia en Jerusalén a través de lo que se denomina, proceso de reunificación familiar.
Israel paralizó todos los procesos de reunificación familiar en el año 2002, aludiendo razones de seguridad.
Por razones de seguridad llevo diez años viviendo en Jerusalén con mi marido, un extranjero en su propia tierra, y mis tres hijos con un permiso de residencia temporal que tengo que renovar cada tres meses. Por razones de seguridad no se me permite conducir. Por razones de seguridad, no puedo trabajar ni tengo derecho a servicios sociales, como la educación o salud pública.
Por razones de seguridad no pertenezco a ningún lugar ni soy titular de ningún derecho, lo que me hace pensar que ese Estado ocupante denominado Israel, utiliza las razones de seguridad para justificar cualquier violación de derechos, discriminación y opresión de una población ocupada – la mía – a la que pretende expulsar de lo que considera su Estado judío. Aunque qué voy a saber yo, si simplemente soy una desterrada con un permiso temporal para vivir con mi familia en mi país.
Y aún así, me siguen surgiendo las dudas, y es que si “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado” (Art. 16 Declaración Universal de los Derechos Humanos) ¿Cómo es que yo, como parte de ese elemento natural y fundamental, no estoy tutelada por ningún Estado? Es más, como es que mi vida está supeditada a una posible decisión discrecional -por posibles razones de seguridad- de no renovación de mi permiso temporal de residencia?
A menudo me da por pensar en otras mujeres palestinas a las que se les niega su derecho humano a fundar una familia, por el mero hecho de haber nacido en Jerusalén Este y haberse casado con un hombre de Cisjordania al que se le ha denegado la reunificación familiar -por razones de seguridad- y que se ven forzadas a no abandonar Jerusalén para que sus hijos e hijas mantengan la preciada residencia en Tierra Santa, y de ese modo tengan alguna posibilidad de progreso en sus vidas.
Y si sigo pensando, en algún momento me topo con las mujeres invisibles de Jerusalén Este. Mujeres palestinas a las que se les ha denegado el permiso de residencia permanente o la renovación del temporal. Mujeres que viven escondidas en sus casas, que no osan salir a la calle por miedo a que las detengan, y en el mejor de los casos, las envíen a Cisjordania sin posibilidad de poder volver a ver a su familia.
Y de nuevo me pregunto, ¿dónde están los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de estas mujeres?
¿Dónde están todos nuestros derechos?
Razones de seguridad.