Israel ordena demoler todo un poblado beduino en el sur de Hebrón

Todas las viviendas del poblado beduino de Deqeiqa, en el sur de Hebrón, han recibido órdenes militares de demolición, en un ejemplo más de la política de expulsión israelí en la Cisjordania ocupada.

Agencia EFE

El pueblo -situado en las empobrecidas y desérticas colinas del sur de Hebrón- es hogar de unas 400 personas que viven del ganado y no tienen electricidad ni agua corriente.

El pasado enero el Ejército israelí demolió 17 estructuras, entre ellas un aula de la escuela -que ha sido sustituida por una nave prefabricada-, precarios establos y una docena de viviendas. Ahora otras 75 estructuras, la mayoría casas, corren también riesgo de ser derrumbadas.

El problema con Deqeiqa -afirmó Alón Cohen, de la ONG israelí Bimkom- es que “está situado a 650 metros de la línea verde y quieren transferir a la población cuatro kilómetros más al norte, al pueblo de Hameda”, una medida que considera “imposible”, tanto por la falta de espacio, como por cuestiones culturales ya que los habitantes de Hameda son de otra subtribu beduina.

Yariv Mohar, portavoz de Rabinos por los Derechos Humanos, sospecha que las autoridades israelíes “quieren anexionar el sur de Hebrón y que pase a ser parte del Negev, porque está muy cerca de la divisoria y tiene pocos habitantes palestinos”.

El argumento del Ejército, dijo a Efe Mohar, es que Deqeiqa (no reconocido como pueblo en los mapas israelíes) es una mera “agrupación de casas” que no puede mantenerse como comunidad por sí misma (!).

El portavoz de la militar Coordinación del Gobierno israelí para las Actividades en los Territorios palestinos (COGAT), el comandante Gay Inbar, dijo a Efe que el Ejército “está todavía examinando una serie de alternativas para mejorar el estándar de vida de las poblaciones” en esa zona y señaló que “cuando se clarifiquen las opciones habrá un diálogo con los líderes tribales”.

Los residentes de Deqeiqa, sin embargo, aseguran que ningún oficial se ha puesto en contacto con ellos más allá de entregarles las órdenes de demolición y argumentan que llevan más de un siglo viviendo en esas tierras y que no tienen otras a las que ir.

“Estamos aquí antes de que existiesen los israelíes. Somos pastores y llevamos aquí toda la vida”, señaló a Efe Yusuf Nayada, mujtar (líder local) del pueblo.

El representante comunitario denunció que “los israelíes construyen casas de lujo en los asentamientos mientras tiran las de los palestinos”.

“Nos quieren concentrar en un lado para quedarse con esto. Pero, ¿dónde vamos a ir? Nos dicen que a Hameda, pero allí no queda un solo metro cuadrado libre. Tenemos tres mil ovejas y cabras y 150 camellos, necesitamos espacio”, aseguró.

“No nos iremos. Si lo tiran todo, levantaremos tiendas el mismo día o dormiremos al aire libre hasta que podamos reconstruir. Pero no vamos a irnos. Aunque nos maten no nos iremos”, advirtió.

Cohen denunció un “claro apartheid en el sistema de planificación urbana en Área C”, alrededor del 60 % de Cisjordania y donde Israel tiene control administrativo y de seguridad.

“El asentamiento de Karmel tiene 2.200 dunams (220 hectáreas) para 360 habitantes, mientras Hameda tiene 300 (30 hectáreas) para los mismos habitantes y quieren meter ahí a los 400 de Deqeiqa”, indicó este arquitecto, quien explicó que los beduinos necesitan grandes espacios, tanto por las necesidades de sus animales como por sus tradiciones y forma de vida.

Jalil Nayada, residente de Deqeiqa y padre de doce hijos, está angustiado y asegura que sufre tras recibir órdenes de demolición para sus tres propiedades: un establo de zinc y dos edificios de adobe.

“Tengo 14 personas que mantener. Tenemos 50 cabras y el año pasado, como apenas llovió, gastamos en pienso 45.000 shekels (8.900 euros) y tuvimos unos ingresos de 30.000 (5.900 euros)”, se lamentó.

Pero no quiere moverse de la tierra que poblaron sus antepasados: “Mi abuelo nació en este pueblo y murió aquí en 1951″, recuerda.

La abogada Avital Sharon, que ha apelado al Tribunal Supremo las 34 órdenes de demolición emitidas este mes (el resto datan de 1998), explica que la corte no ha concedido una extensión para paralizar la demolición hasta que dicte sentencia, por lo que las casas podrían ser derribadas a partir del jueves 24 de noviembre.

“El Ejército no quiere que exista este pueblo”, afirma.

Tampoco ella ve una solución en la transferencia forzosa a Hameda que sugieren las autoridades militares israelíes ya que “los beduinos tienen su propia tierra familiar, que todas las tribus reconocen, y no pueden irse a otro pueblo y coger tierras de otros. Las familias de Hameda nunca lo permitirán”.

“Israel no hace planes urbanísticos para los beduinos, pero sí para los asentamientos. La discriminación es tan obvia que no puede ignorarse. Incluso legalizan retroactivamente colonias e incumplen las órdenes de demolición de los tribunales. Cuando quieren, lo hacen, pero no será así en Deqeiqa”, pronosticó.

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